Si bien la perceptible añoranza desde cierta parte de la juventud hacia la figura del dictador Francisco Franco, fallecido hace hoy medio siglo, tiene que parecernos preocupante, no es extraño que una generación pueda sentir afecto por un régimen politicosocial en el que no ha vivido. Al fin y al cabo, la juventud que justo hace 50 años luchó por consolidar otro nuevo régimen, el de una democracia de derechos y libertades, tampoco había vivido bajo ese modelo por el que pugnaba.
Lo que hace que una determinada generación pierda la confianza en su marco politicosocial hasta el punto de preferir el anterior al que no conoció es, entre otros elementos, fundamentalmente que deja de percibir el marco o régimen en el que vive, ya sea una dictadura o una democracia, como uno que le aporte un mínimo de certezas y expectativas. Actualmente, la recurrente falta de ejemplaridad entre gran parte de la clase política española hace, sin duda, que sea la madura democracia en España la que se tambalee en favor del auge por la preferencia del régimen previo.
Nos encontramos, además, ante un cierto fenómeno involucionista a escala global, como puede constatarse a través de todo lo que circula por la blogosfera, sobre todo por las redes sociales. En el caso de España, merece apuntarse la particular dificultad de abordar tal problemática porque, en definitiva, como reflejaron en la literatura los celebérrimos personajes Lazarillo de Tormes y el Buscón, se trata del país de la picaresca.
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