Un muy mezclado agente motor

Tratándose de proyectos grupales, en los que el agente motor esté por tanto formado por varios integrantes con funciones directivas, el nivel de complejidad de la tarea autovalorativa que lleve al mejor de los resultados puede llegar a ser muy elevado por el hecho de que al agente motor lo formen, no tanto emprendedores sólo primerizos o sólo veteranos, sino primerizos y veteranos a la vez, resultando un muy mezclado agente motor. Esa misma mezcla, sin embargo, si bien puede llevar a una gran complejidad de puesta en práctica, también es capaz de aportar, por su diversidad, una enorme riqueza de conceptos, y de técnicas, a la autoevaluación.

La valoración que en cuanto a un proyecto grupal haga su propio equipo de emprendedores será lo mejor posible si hallan una intersección que, pese a ser complicada, conllevará, por la variedad de perspectivas a tener en cuenta, una tarea valorativa muy completa, incluso de no hacer mucho hincapié en lo exhaustivo. Dependiendo de la configuración del agente motor grupal, y del propio proyecto a valorar, deberemos conjugar preferencias por la exhaustividad y por la intensidad. Lo complejo, y lo bueno a la vez, en situaciones así consiste en que cada integrante aporte desde su condición de primerizo o experto en emprendimiento lo mejor de sí, y de ahí extraer resultados y decisiones. Todo ello, por tener que ser fruto de una coordinación entre varias personas, conllevará, respecto a la tarea valorativa propia de un único emprendedor de por libre, más tiempo de elaboración, aunque tendrá, si se gestiona bien, la fuerza que es capaz de proporcionar la diversidad de perspectivas.

Encontrándote en situación de agente motor individual, no tiene que ofuscarte el hecho de no poder contar con una variada gama de perspectivas autovalorativas que tendrías al disponer de más gente, y de perfiles diversos, involucrada en dirigir tu blog, u otro proyecto que hagas: quizá sea sólo cuestión de tiempo que tu iniciativa acabe incluyendo a más gente en su directiva, aunque ser grupal no tiene por qué estar entre los objetivos de cualquier proyecto. La notable diversidad de perspectivas que debiera ser propia de toda iniciativa en equipo es muy buena pero si tu iniciativa es individual, mientras en la tarea valorativa y la consiguiente toma de decisiones tengas una perspectiva abierta y, en función de tu grado de experiencia emprendedora, hagas una valoración más exhaustiva o más intensa, estarás en lo acertado.

El mejor de los resultados autoevaluativos

En lo autovalorativo de una iniciativa, el proceso por el que conviene pasar de priorizar la exhaustividad a fomentar la intensidad también es aplicable a quien impulse el proyecto en función de su propia madurez emprendedora. Al valorar un proyecto deberán combinarse bien lo propio del ciclo en el que se encuentre el proyecto con lo propio del ciclo en el que se encuentre el emprendedor que se responsabilice de ese proyecto y proceda a evaluarlo.

Igual que no es lo mismo valorar un proyecto cuando éste se encuentra en sus ciclos incipientes y cuando está en sus ciclos de madurez, tampoco es lo mismo que respecto a un proyecto haya una autoevaluación por parte de un emprendedor primerizo o de un emprendedor experimentado. Si en tanto que emprendedor el ciclo es incipiente mejor optemos por la exhaustividad, quedándonos más bien en lo valorativo global de aquello que evaluemos pero haciéndolo a fondo; en cambio, si nos encontramos en una etapa madura en cuanto a experiencia de emprendimiento haremos bien en proceder de modo más intenso, cubriendo toda la franja que va de lo global a lo pormenorizado, pese a que no ahondemos demasiado en la autovaloración. En la medida en que combinemos bien esto con la conveniencia de dar preferencia a lo exhaustivo en proyectos potenciales, o bien, incipientes mientras dejamos la intensidad para iniciativas que están en ciclos de madurez estaremos allanando el camino hacia la mejor tarea de valoración respecto al blog, o incluso respecto a cualquier otro proyecto, del que nos ocupemos.

La correcta intersección entre lo propio de lo valorativo en cuanto a un proyecto en función del ciclo de su trayectoria y lo propio de lo valorativo en cuanto al ciclo de la trayectoria en la que se encuentre el emprendedor que lo impulse dará el mejor de los resultados autoevaluativos. A partir de ahí, la toma de decisiones será con toda probabilidad la más adecuada en cualquiera de los ciclos en los que, respectivamente, se encuentren proyecto y agente motor.

Valoración con exhaustividad o con intensidad

En ocasiones, teniendo voluntad y capacidad de ir más allá de la tarea valorativa global poco exhaustiva pero sin opción de hacer una valoración exhaustiva a la vez que intensa, tal vez resulte complicado decidir si es mejor optar por limitarse a la valoración global pero haciéndola de manera exhaustiva, o bien hacer hasta una tarea de nivel pormenorizado, siendo por tanto de la máxima intensidad, pero sin exhaustividad. Según el nivel de madurez del proyecto son definibles unas directrices para solventar la duda.

Sería lo ideal que para todo proyecto hiciésemos siempre valoraciones que, yendo de lo global a lo pormenorizado, fuesen además valoraciones exhaustivas: de no ser viable llegar a esto y sin resignarnos a hacer lo mínimamente indispensable, que sería una tarea valorativa global pero no exhaustiva, haremos bien, si nuestro proyecto es potencial, o bien, incipiente, en optar por priorizar la exhaustividad; mientras que si nuestro blog, u otra iniciativa que hayamos desarrollado, está ya en sus ciclos de madurez, mejor fomentemos la intensidad y procuremos cubrir, por tanto, toda la franja de lo valorativo global a lo valorativo pormenorizado, aun siendo en cierto detrimento de la exhaustividad. Un proyecto que esté en ciclos iniciales merece ser valorado, ante todo, con exhaustividad global porque es natural que toda iniciativa, en tales fases de su trayectoria, no tenga aún sus detalles del todo perfeccionados, por muy bien que concibamos tal iniciativa, de modo que si nos preocupamos de que por lo menos, en su conjunto, resulte original al público, o a los públicos, estaremos favoreciendo al menos una buena introducción del proyecto. Cuando nuestra iniciativa ya esté en sus ciclos de madurez, resultará más adecuado centrarnos en evaluar lo que aportemos en base a todo lo intensa que puede llegar a ser una tarea valorativa, o sea, en base a llegar hasta hacer una tarea valorativa de nivel pormenorizado, aunque no sea de modo exhaustivo, y así, que cualquier decisión que tomemos se fundamente mejor en la esencia de todo lo que el proyecto en cuestión haya llegado a devenir.

Que respecto a tu proyecto tengas que optar entre valoración con exhaustividad o con intensidad dependerá respectivamente de si ese proyecto lo estás empezando o de si ya es maduro. Conviene no obstante que cuando tengas ocasión, no renuncies a hacer una tarea valorativa tanto exhaustiva como intensa. Ante un momento intermedio de la trayectoria de tu iniciativa, lo que sería un cambio del ciclo incipiente al de madurez, si debes elegir entre hacer una clase de evaluación u otra, lo recomendable será que hasta que el proyecto esté por completo dentro del ciclo de madurez continúes con la valoración basada en la exhaustividad, así evitas precipitarte en cuanto a emprender una nueva manera de hacer autovaloración; aunque si el cambio de etapa es progresivo puede proporcionar buenas ocasiones de empezar a por lo menos ensayar la evaluación de carácter más intenso para cuando tengas que empezar, o continuar, aplicándola en el ciclo de madurez.

Abierto y cerrado, en lo valorativo indirecto

Si las valoraciones directas son o abiertas o cerradas, las indirectas ¿también lo son? Téngase en cuenta la debida predisposición de quien esté al frente de un proyecto y se estará en condición de determinar que la respuesta es afirmativa. De hecho, carecería de bastante sentido que a las valoraciones directas se les aplicase un filtro de predisposición en función de agentes vinculados y vinculables y que, en cambio, no se hiciera lo mismo respecto a las de carácter indirecto.

En las valoraciones indirectas, lo que hacen tanto agentes vinculados como vinculables es opinar de una iniciativa pero al margen de quien sea responsable de esa iniciativa, sin ni siquiera seguir los canales específicos habilitados por quien se encargue del proyecto valorado: esto, en sí mismo, sin entrar en el propio contenido de la opinión que sea, es lícito y es incluso más fácil que en no pocas ocasiones, por la vía indirecta, quien se exprese lo haga con mayor sensación de comodidad que si emplea un canal habilitado, y controlado, por quien sea responsable de aquello a lo que valorar; por este motivo es tan relevante que las valoraciones indirectas, y de ellas en especial las abiertas, se consideren bajo la mayor de las predisposiciones a compilarlas. Y en este punto resulta preciso definir a fondo lo que concierne a abierto y cerrado, en lo valorativo indirecto: para ello es necesario que retomemos de base la predisposición de quien esté al frente del proyecto y compile, en función de agentes vinculados y vinculables, valoraciones respecto a tal proyecto. Las valoraciones indirectas abiertas, y que por ser precisamente abiertas quien dirija el proyecto tendrá más predisposición a compilar, serán las que provengan de agentes vinculados; mientras que las indirectas cerradas serán las que, igualmente sin dirigirlas a quien se encargue del blog, o en general de la clase de proyecto que se trate, están manifestadas por quien sea agente si acaso vinculable.

Las que tienes que priorizar, o sea tratar de abiertas, en cuanto a valoraciones que compiles referentes a tu proyecto, son aquellas valoraciones de los agentes vinculados, sean hechas tales valoraciones por vías directas o por vías indirectas. De las valoraciones cerradas, las de agentes que si acaso serán vinculables, no hay que prescindir, en la medida de lo posible, pero harás bien si tu predisposición la centras en los agentes vinculados, que son los que en primera instancia dan sentido al proyecto en cuestión.

¿Valoraciones directas cerradas?

Para acabar de clarificar por completo las valoraciones directas que son abiertas y las que no lo son, es preciso recurrir, por un lado a lo que se consideran agentes no vinculados, o si acaso, vinculables y, por otro lado, a la predisposición de quien sea responsable de una iniciativa en cuanto a la compilación de valoraciones directas. Cabe no dejar a un lado, no obstante, que en toda compilación de valoraciones las indirectas son relevantes y, en este sentido, quien esté al frente de cualquier proyecto debe considerarlas bajo la mayor de las predisposiciones a recibirlas.

Hemos determinado que toda valoración abierta es directa y que valorar abiertamente una iniciativa es valorar poniéndolo en pleno conocimiento de quien esté al frente del proyecto en cuestión, sin necesidad de que precisamente quien se encargue de tal proyecto solicite de manera expresa tal valoración; asimismo, según hemos indicado, valorar abiertamente es propio del público, o los públicos, y, de haberlo, el agente inversor. Sin embargo, hemos indicado también que aquellas opiniones que, si bien son hechas llegar directamente a quien sea responsable de una iniciativa, no es bajo solicitud de ese responsable son entonces valoraciones directas pero no abiertas: de quien sería propio esto son, no agentes vinculados, si acaso sería propio de agentes vinculables. A diferencia de los agentes vinculados, los vinculables no tienen por qué entrar, en lo referente a compilar valoraciones directas, ni indirectas, en la mayor de las predisposiciones por parte de quien esté al frente de un proyecto: por ello si aun así y sin la solicitud de ese responsable, hay alguien que, desde un público no vinculado al proyecto o que en tanto que inversor pero tampoco vinculado a tal proyecto, hace llegar su valoración a quien sea responsable del blog, o de otro proyecto del que se trate, tal valoración pese a poder ser directa no es considerada abierta, como sí lo sería si el público, o el inversor, fuese vinculado. Hemos confirmado, por tanto, que hay valoraciones directas no abiertas además de las propias del equipo que forme una iniciativa grupal: todas ellas, precisamente por no ser abiertas serían ¿valoraciones directas cerradas? Sí, está bien denominarlas de esta manera.

Debes distinguir, entre valoraciones directas cerradas pero que emanan de un agente vinculado al proyecto, y las que provienen de agentes que si acaso son considerables en tanto que vinculables. En el primer ámbito encuentras lo referente al equipo de un proyecto grupal, mientras que en el segundo, se trataría del ámbito del público o del inversor, pero no de los agentes que tienen relación directa con el proyecto, sino que provienen de otros sectores, ajenos al propio proyecto, y que por alguna razón tales agentes consideran apropiado manifestar directamente su opinión a quien del proyecto en cuestión se encargue.

Valoraciones directas e indirectas

Hay valoraciones directas que no son abiertas, además de las propias del equipo que forme una iniciativa grupal: sería el caso de aquellas opiniones que, si bien son hechas llegar directamente a quien sea responsable de una iniciativa, no es bajo solicitud de ese responsable. Serían calificables, por su parte, de valoraciones indirectas las que se hagan, en modo más público o más privado, pero mediante un canal del que tal responsable de proyecto casi, o en ningún modo, participe.

Toda valoración abierta es directa, aunque pase por ciertas instancias intermedias si se da el caso, y para toda valoración directa, sea abierta o no, acostumbra a haber, en proyectos llevados a cabo de manera sanamente ambiciosa, canales dispuestos a tal efecto de recibir opiniones y, si procede, de dar respuesta a lo que por tales canales llegue: estos canales, bien utilizados, son en definitiva vías de producir interactividad bidireccional, retroalimentación con los agentes vinculados; y la blogosfera es a fechas actuales, y por lo menos desde nuestra perspectiva, el ámbito en el que se concreta más y mejor esta clase de canales. En particular la microblogosfera, o sea las redes sociales, permiten a prácticamente cualquier iniciativa que se lo proponga tener suficiente capacidad de favorecer un flujo de valoraciones desde todos los agentes vinculados y de dar respuesta a tales valoraciones, todo ello con gran facilidad y notable inmediatez. La blogosfera además difumina bastante el límite entre valoraciones directas e indirectas, pues aunque se haga una opinión, de manera pública, en un blog, sea tal blog de la macroblogosfera o de la microblogosfera, y ese mismo blog no tenga vínculo directo con aquello de lo que se esté opinando, tal opinión será rastreable con bastante facilidad mediante algún motor de búsqueda.

En toda compilación de valoraciones respecto a un proyecto, con tal de realizar la valoración propia más acertada, es de suma importancia la consideración de valoraciones directas e indirectas. Ambas clases de valoraciones, en la actualidad y a causa de la blogosfera, son más fáciles no sólo de producirse, sino de difundirse públicamente y, en especial en el caso de las indirectas, también más fáciles de ser encontradas.

Autovaloraciones intragrupales de proyecto

Esté más o menos receptiva a las valoraciones ajenas y más o menos dedicada a hacer sus propias autovaloraciones, toda iniciativa suscitará distintos pareceres entre los agentes vinculados. La opinión única, y mucho menos la opinión única y permanente, respecto a lo que sea no se produce y ni siquiera sería calificable de natural, pues de producirse implicaría la casi, o incluso total, inexistencia de la diversidad de pensamiento. La importancia de la tarea valorativa se confirma por lo tanto.

Al referirnos a valorar abiertamente, no vamos a considerar a efectos prácticos lo que cada cual respecto a un proyecto manifieste, o pueda manifestar, en ámbito privado, sea un ámbito poco o muy amplio, y en todo caso sin dirigirse a quien se encargue del proyecto en sí. Valorar abiertamente una iniciativa consideraremos que es valorar poniéndolo en pleno conocimiento de quien esté al frente del proyecto en cuestión y sin necesidad de que precisamente quien se encargue de tal proyecto solicite de manera expresa tal valoración. En este sentido y desde nuestra perspectiva, hacer cualquier valoración abierta es propio del público, o los públicos, y, de haberlo, el agente inversor, se trate de un único inversor o de varios. De referirnos a un blog, o en general cualquier proyecto, y de tipo grupal, el equipo dependerá en todo caso de la directriz que en concreto desde el agente motor se tenga en lo referente a autovaloraciones intragrupales del propio proyecto, por lo que aun teniendo el proyecto una directiva muy predispuesta a la recepción interna de valoraciones, no serán valoraciones abiertas propiamente.

Un proyecto en grupo, tanto si estás al frente como si eres miembro sin responsabilidad directiva, te resultará seguramente una experiencia más en positivo si acepta sus propias autovaloraciones intragrupales. Aunque no sean valoraciones abiertas sino que, al menos por lo común, requieran que se hagan bajo solicitud de quien esté al frente del proyecto en cuestión, las autovaloraciones intragrupales de proyecto no son en absoluto despreciables, sino que al contrario, por venir del propio interior del equipo tienen un cariz especial a tener muy en consideración.

Teniendo la mala guía del puro azar

Cuando alguien se plantea el modo de proceder respecto a algo importante ¿qué hace? evalúa opciones, valora lo bueno y lo malo de cada una de esas opciones y decide la mejor, o las mejores, con que quedarse. El proceder de cualquiera que actúe con sensatez en cuanto a lo que sea que tenga importancia muestra, también para todo blog o proyecto más o menos similar, lo relevante que es lo valorativo y lo peligroso que es el simple hacer por hacer.

Si no hacemos una tarea valorativa de lo que emprendamos, en especial de haber ya sacado a la luz el proyecto del que se trate, no apreciaremos convenientemente la conexión entre nuestra iniciativa y nuestro público, o nuestros públicos. Aunque resulte viable mantener aquello que hagamos durante un cierto tiempo, más pronto que tarde estaremos en peligro de que guíe el puro azar si descuidamos confirmar de vez en cuando que los resultados de nuestra iniciativa son calificables de mínimamente exitosos y con ello actuar, o al menos reflexionar, respecto a lo que sea mejorable. Prescindir de lo valorativo, al igual que en el caso de cualquiera que tenga que emprender una acción de cierta relevancia, hace fácil que lo que emprendamos acabe yendo allá donde conduzca lo totalmente fortuito, y es desaconsejable que en lo de importancia guíe el puro azar, pero es a eso a lo que lleva el simple hacer por hacer, por mucho que en su inicio el proyecto estuviera muy bien concebido. Será más que fácil, teniendo la mala guía del puro azar, que perdamos no sólo el vínculo con el público, sino con el agente inversor si lo tenemos tanto si se trata de un inversor o de varios, e incluso con el equipo del que dispongamos si nuestra iniciativa es grupal.

No sólo una única vez el público, o los públicos y, de haberlo o ser potencial, el agente inversor, van a valorar tu proyecto: en un momento u otro y con más o menos frecuencia lo seguirán haciendo además de haberlo hecho al menos en el primer momento que tomaron la decisión de escoger lo que ofreces, así que tú debes ser también, e incluso en mayor grado, valorativo con tu propio proyecto, o en la medida de lo posible con aquél del que formes parte; de hecho, de ser una iniciativa grupal, los miembros del equipo también tendrán, o debieran tener, sus propias valoraciones respecto al proyecto, aunque, en su caso, no lo manifiesten abiertamente. Un blog, u otro proyecto, en el que la directriz se limite al simple hacer por hacer sin más, sin una habitual valoración al menos global y sin una toma de decisiones en consecuencia a esa valoración realizada, acabará por conllevar que el azar facilite el desgaste de los nexos con los diferentes agentes vinculados, o vinculables.

Riesgo de ir a la deriva

Al igual que la tarea valorativa no debe restar tiempo básico de dedicación al desarrollo del proyecto, este tiempo básico de dedicación a lo que se realice no tiene que ser de por sí tal que no permita hacer una mínima tarea valorativa consistente: por esto hay un tipo de valoración, la global, que se considera indispensable. Cualquier proyecto que se quiera emprender, o bien, seguir manteniendo de haberse sacado ya a la luz, tiene que estar concebido en base a disponer de cierto tiempo fundamental a la evaluación de lo que se esté llevando a cabo.

Que no dispongamos de un mínimo tiempo para evaluar nuestra tarea bloguera, o incluso cualquier otra clase de iniciativa más o menos emprendedora que estemos preparando o que ya hayamos sacado a la luz, no es buena señal. Por mucho tiempo básico de dedicación que nos requiera lo que hacemos, si no hay opción de dedicar también un mínimo tiempo a la tarea valorativa, o sea, a hacer al menos una valoración global, es bastante probable que corramos riesgo de ir a la deriva en cuanto a nuestro proyecto. Por muy bien concebido que esté, un proyecto no se pone en marcha y ya está, ni alcanza un punto de veteranía a partir del cual no es necesario llevar a cabo valoración alguna: hace falta que de vez en cuando se le realice una evaluación y que de ahí saquemos valoraciones con las que tomar mejores decisiones en relación a todo lo concerniente a lo que estemos realizando. Esto, por tanto, va más allá de que nos estemos refiriendo a un bloguero, u otra clase de emprendedor, potencial, incipiente o veterano; tampoco depende de si se trata de una iniciativa individual o grupal, ni de si tal iniciativa se está aún concibiendo, es de reciente publicación o si ya está en sus ciclos de madurez: la tarea valorativa, por lo menos la indispensable, o sea, la global, es una acción que debemos ir realizando a lo largo de toda la trayectoria del propio proyecto y en combinación en todo momento con la dedicación básica que el desarrollo del propio proyecto requiera.

En caso de que la preparación o la realización de tu iniciativa no te deje margen para dedicarte a la valoración, al menos a la global, de esa misma iniciativa, conviene que asimiles que, con toda probabilidad, estás gastando demasiado tiempo en un proyecto que quizá no merezca toda esa dedicación a prepararlo o a realizarlo, ya que, por ese mismo hecho de no poder hacerle una mínima evaluación, acabará siendo una iniciativa sin rumbo. Prescindir por completo de una tarea valorativa seria, incluso si quieres justificarlo por falta de tiempo a causa de lo ambicioso que pueda ser tu proyecto, no es ni mucho menos recomendable, pues la falta de rumbo, el ir a la deriva, es capaz de hacer que hasta el mejor concebido de los proyectos esté en riesgo de salir a la luz, consolidar su veteranía o mantener, y dentro de lo factible mejorar, su madurez.

De lo valorativo global a lo valorativo pormenorizado

Ni llegar a la valoración específica, en un proyecto dirigido a varios públicos, ni llegar a la pormenorizada, en cualquier proyecto sea para un público o para varios, tiene por qué significar que se haya hecho la mejor tarea valorativa. La valoración global, sin embargo, se considera siempre indispensable: así que la dirección que toda tarea valorativa tome debe establecer su punto de arranque en la valoración global y desde ahí, en base a cumplir con la necesidad de no restar tiempo básico de dedicación al proyecto, llegar hasta donde sea factible.

Si bien la tarea valorativa más intensa no siempre es la mejor porque realizarla quizá implique dejar a un lado incluso la dedicación más básica que nuestra iniciativa requiera, es importante que la tendencia sea siempre la de intentar cubrir de manera exhaustiva toda la franja de lo valorativo global a lo valorativo pormenorizado, tanto en proyectos para un único público como en los que son para varios públicos. Que la tarea valorativa más intensa sea la que contempla toda la franja desde la valoración global a la valoración específica implicará, en función de lo que conocemos, que lo que estamos valorando es un proyecto dirigido a varios públicos, pues toda iniciativa hacia un único público, desde nuestra perspectiva, carece del nivel intermedio que supone la valoración específica. Llegar a lo valorativo pormenorizado, y al referirnos tanto a proyectos para un público como a iniciativas hacia varios colectivos, significa que habremos cubierto todo el máximo margen que una tarea valorativa de proyecto puede dar de sí, aunque tal vez no hayamos procedido exhaustivamente. Habrá de hecho, blogs u otros proyectos, respecto a los cuales será mejor una tarea valorativa con poca exhaustividad pero que cubra toda la franja valorativa máxima, o sea, toda la franja de lo valorativo global a lo valorativo pormenorizado, mientras que respecto a otros convendrá una tarea muy exhaustiva pero limitada a lo valorativo global o, en su caso y si es una iniciativa de varios públicos receptores, limitada a lo valorativo global y a todo o parte de lo valorativo específico, o incluso llegar en parte al nivel de valoración pormenorizada. Es de total necesidad en cualquier circunstancia, en especial en cuanto a todo proyecto ya sacado a la luz, no quedarnos sin hacer valoración alguna ni limitarnos a la valoración superficial.

Teniendo en cuenta sus dos puntos extremos, que son lo global y lo pormenorizado, toda tarea valorativa, sea de la intensidad que sea y en función siempre de no restar tiempo básico de dedicación a tu proyecto, debes iniciarla en lo global. De empezar por lo pormenorizado, se trate de una iniciativa para público único o para varios públicos, o incluso al comenzar por lo específico si es un proyecto para varios públicos, corres más riesgo de que, si por lo que sea no te es factible hacer muy exhaustiva la tarea de valoración, te quedes con unos pocos detalles que no te aporten demasiado. Al empezar por lo global, la valoración resultante por poco exhaustiva que sea debiera darte una perspectiva de conjunto con la que te sea viable por lo menos tomar decisiones más coherentes en relación a la esencia genérica de lo que realices.

¿Hasta dónde llega la intensidad de la mejor tarea valorativa?

Una buena tarea valorativa debe llevarse a cabo teniendo presente que hay que ajustarla a la circunstancia de cada proyecto. De no calibrar bien la tarea valorativa respecto al proyecto evaluado quizá se acabe produciendo una valoración demasiado pobre o, en cambio, en exceso detallada. Que la tarea valorativa más intensa sea la que contempla toda la franja desde la valoración global a la específica no implica que en todos los casos cubrir todo ese margen, ni mucho menos hacerlo con exhaustividad, sea lo mejor.

La tarea valorativa en cuanto a cualquier blog, u otro proyecto, puede ser todo lo intensa que queramos y podamos, pero si bien es importante, dentro de las opciones de cada cual, hacer una mínima tarea valorativa que no se quede en lo superficial, tampoco hay que caer en un sobreanálisis que nos conduzca a emplear más tiempo en valorar lo que hacemos que en desarrollar el propio proyecto, en especial en lo que se refiere a toda iniciativa ya sacada a la luz. Ante un proyecto dirigido a un único público, sólo por el hecho de no contar con una valoración de nivel específico, la tarea valorativa no debiera requerir tanto tiempo como en otro que se haya lanzado a varios públicos; ni siquiera la sola valoración global tendría que requerir más tiempo a un proyecto de público único en comparación a uno de varios públicos, siempre que, por cierto, estemos contemplando proyectos que, pese a la diferencia de tipología de público, sean más o menos comparables en la mayoría, o por lo menos muchas, de sus otras características. Entonces ¿hasta dónde llega la intensidad de la mejor tarea valorativa? Más que hasta el punto de la valoración específica, la mejor respuesta nos parece que es la que tome de base el tiempo a emplear en la tarea valorativa en función de lo que este tiempo repercuta en el de dedicación al desarrollo del propio proyecto, y por tanto respondemos que la mejor tarea valorativa llega hasta tal nivel de intensidad que, en todo caso, no reste tiempo básico de dedicación a realizar la propia iniciativa que se evalúe.

Por mucho que al menos una valoración global sea siempre indispensable, ni siquiera ésta debes hacerla de tal manera que implique restarte tiempo básico de dedicación a realizar la propia iniciativa que estés emprendiendo. Aun en un proyecto grupal y en el que sea factible delegar la tarea valorativa a alguien capaz de poner gran dedicación en evaluar la iniciativa de la que se trate, es importante que ese alguien no se reste tiempo del imprescindible que necesite para su función esencial dentro del proyecto, si no es que su función consiste precisa y únicamente en evaluar el proyecto hasta lo más intensamente que pueda.

Pormenorizado

En cuanto a hacer una valoración de cómo repercute un proyecto original, y ya concretado, en el ámbito público, una perspectiva global es indispensable tanto si el proyecto se ha dirigido a un único público como a varios. La diferencia entre toda la tarea valorativa que se haga, según si es en cuanto a un proyecto de público único o en cuanto a un proyecto de varios públicos, radica en que, al ser de varios públicos, no sólo hay posibilidad de una valoración general sino de la respectiva valoración específica por cada colectivo.

Si la valoración específica sólo es posible en proyectos dirigidos a varios públicos ¿en toda iniciativa dirigida a un único público no cabe más opción que hacer valoración global y ya está? No, pese a que la expresión de valoración específica la reservemos a los proyectos que se lanzan a varios públicos, en una iniciativa que va a un único público también es factible, y de hecho es recomendable, hacer más al detalle una tarea valorativa del impacto: se tratará entonces de una valoración que denominaremos pormenorizada. Asimismo, una valoración a modo pormenorizado es realizable, y también recomendable, en referencia a la repercusión que un proyecto lanzado a varios públicos haya tenido respectivamente en cada uno de tales públicos. Lo pormenorizado y lo global son, por tanto, aplicables a iniciativas que vayan a un solo público pero también a las que se dirijan a varios colectivos; mientras que en las iniciativas dirigidas a varios públicos tendremos además opción de emprender un análisis que nos lleve a un ejercicio valorativo intermedio entre global y pormenorizado, y esto sería análisis específico, cuya valoración será, por tanto, específica.

Tener claro a qué público, o a qué públicos, dirigir tu original proyecto es tan importante como hacer la tarea valorativa correspondiente una vez tengas el proyecto sacado a la luz. Cuanto más pormenorizado sea el resultado de tu tarea valorativa, tanto si te has dirigido a un único público como a varios, dispondrás de muchos más detalles que te ayuden a tomar decisiones respecto al ya concretado, y publicado, proyecto. De tratarse de una iniciativa hacia varios públicos, la tarea valorativa más intensa consistirá en, además de la valoración global, hacer tanto valoración específica como pormenorizada del respectivo impacto en cada público receptor.

Al concretar mediante coimplicación

Que retornar una idea, original y ya concretada, al ámbito colectivo pase por el ámbito individual no excluye que en lo individual se emplee, en su caso, cierta dimensión colectiva en la concreción de la originalidad. Conviene, en este sentido, explorar lo que sería calificable de coimplicación en lo que a concretar lo original se refiere.

En nuestro transcurrir entre los imaginarios personal y colectivo, hemos considerado que lo original, si bien empieza en la colectividad, se concreta en el imaginario personal y retorna, ya en tanto que iniciativa concreta, al ámbito público. Ese retorno no siempre tiene que ser, no obstante, de manera directa desde el individuo al público, o a los públicos: ya en la concreción de la idea quizá convenga recurrir al soporte de alguien, aunque por muy relevante que sea la aportación de ese alguien, e incluso aunque sean muchas personas a quienes se recurra, la originalidad no deja de ser, según la entendemos, algo cuya concreción se manifiesta, en un primer momento por lo menos, en un individuo; y de ahí, dado el caso, se pasa a la implicación de alguien más. Al concretar mediante coimplicación, siempre que lo que aporte quien se sume a concretar la originalidad devenga relevante y positivo, tal vez el carácter inicial puramente individual de la originalidad quede difuso: entonces hasta estaríamos en condiciones de referirnos a una originalidad grupal, multipersonal o mancomunada.

Un caso muy claro de que la concreción de la originalidad, pese a emanar de un individuo, es capaz de darse en grupo lo observarás en la práctica, en modo grupal, de la lluvia, o la tormenta, de ideas. Hacer 'brainstorming' en grupo acostumbra a no conducir a que se atribuya el mérito de lo que surja a un único participante, por mucho que haya aportado el punto de arranque o la mayor parte de las ideas surgidas: de ahí el sentido de hacerlo en grupo. Si en la concreción de la originalidad no crees que hacer esto, u otra clase de coimplicación, vaya a resultar de ayuda, mejor plantéate llegar a lo innovador y atractivo por vía individual.

Evidencia de originalidad

A un proyecto incipiente, y si además es de alguien que también está en ciclos iniciales de trayectoria propia, concentrarse en un único público bien definido puede resultarle un buen previo ensayo de cara a abordar otros públicos. Cuando se destina, con o sin ese previo ensayo, una idea original y ya concreta a varios públicos, esté o no entre los cuales el mismo colectivo del que se sacó la idea rudimentaria, hay que tener plena disposición a abordar, en base a las especificidades de cada colectividad en particular, el respectivo resultado en cada público. De todos modos, es asimismo indispensable en todos los casos una valoración global, tanto si el proyecto se ha dirigido a un único público como a varios.

La determinación del éxito de un proyecto sacado a la luz requiere de su tiempo, al igual que el hecho mismo de concretar la originalidad. Por lo que conocemos, unas veces el éxito será más inmediato y otras menos, en gran medida dependiendo respectivamente de nuestro mayor o menor nivel de experiencia; y es la experiencia la que nos permite además hacer valoraciones más rápidas, a la vez que más acertadas, en cuanto al éxito que cosecha nuestro proyecto y en cuanto a si la continuidad de tal iniciativa, en general o en parte, merece llevarse a cabo. A cuantos más públicos seamos capaces de hacer extensivo nuestro proyecto contaremos, por lo menos potencialmente, con más 'inputs' en base a los que hacer valoraciones de lo que hayamos realizado y llegar a conclusiones tanto a nivel específico en cada público como a nivel general, en este caso, del conjunto de colectivos a los que nos hayamos dirigido. La blogosfera es un ámbito que, por sus características de fácil publicación, alcance prácticamente planetario y capacidad inmediata de interactividad bidireccional, resulta de importancia máxima emplear de algún modo en todo proyecto, en especial en el sentido de comprobar que hay evidencia de originalidad y que por tanto en el público, o los públicos, se produce una mínima respuesta positiva respecto a lo que, desde la voluntad de que sea una aportación original, hayamos elaborado.

Tener evidencia de originalidad, o sea, disponer de la certeza de que, a nivel de público o de públicos, lo que has concretado en tu ámbito personal ha resultado innovador, y atractivo, no debe hacerte perder interés en seguir mejorando lo que hayas aportado, sobre todo si de tus valoraciones, y conclusiones, pese a ser calificables de positivas, se desprende que la respuesta de éxito ha sido muy descompensada entre distintos públicos, o bien, modesta en general. De no obtener respuesta positiva alguna por evidencia de originalidad, tendrás que determinar si precisas un inminente replanteamiento de todo, o en cambio, dar algo más de margen de tiempo a la iniciativa sacada a la luz y seguir esperando a que alguna respuesta positiva llegue.

Concretar la originalidad lleva su tiempo

En la fase del imaginario personal la originalidad es aplicable de tal manera que el público al que se aporte la iniciativa ya concreta no sea en absoluto el mismo colectivo del que el correspondiente concepto, en abstracto, salió. Hacer esto, por muy elaborada que haya sido la tarea de concreción en cuanto a originalidad, no deja de implicar un cierto riesgo, pues lo que con toda probabilidad el público originario sí valoraría puede que otro no lo haga; sin embargo, también pudiera ocurrir a la inversa: que el público del que es originario un concepto no lo valore en la forma original que se le haya dado, mientras que en otro colectivo sí cause un éxito relevante.

Acertar a la primera, y de pleno, con el retorno de un concepto concretado en forma de proyecto original no es fácil: tener claro el recorrido de la originalidad, que va del público al individuo y de nuevo al público, es esencial pero no suficiente como para que todo lo que hagamos tenga un éxito ni mucho menos sobresaliente, y menos aún de manera inmediata, nada más salir a la luz. Hemos apuntado que los colectivos evolucionan, así que dependiendo de lo que tardemos en poner en marcha un proyecto quizá el público al que lo retornemos haya cambiado y no lo aprecie tal y como lo hubiese hecho si aún fuese el mismo colectivo del que se sacó el puro concepto en abstracto; no debemos caer, no obstante, en la excesiva prisa por crear y aportar: concretar la originalidad lleva su tiempo y este tiempo no tiene una medida exacta a la que acogernos en tanto que garantía de que con cierto período de dedicación tenemos asegurada la originalidad y garantizado el éxito. Será en todo caso en ciclos avanzados de nuestra experiencia emprendedora, sea de por libre sea en grupo o ambas, que debiera ir resultándonos más fácil dotar de éxito casi, si no del todo, inmediato a una idea original al devolverla concreta al mismo público del que surgió su estado en abstracto, e incluso al llevarla, con las convenientes adaptaciones que en su caso procedan, a otros públicos por muy distintos que sean del colectivo originario del que surgió la abstracción que hayamos utilizado en nuestra búsqueda de la originalidad.

La medida del tiempo que hallar la originalidad conlleva es tan poco fijable que hasta es diferente en una misma persona a lo largo de su propia experiencia emprendedora: si eres un bloguero experto, o tienes cierta experiencia en alguna otra clase de proyecto, es muy probable que ya te hayas percatado de ello, y de lo importante que es no caer en el agobio si el éxito de lo que haces no se manifiesta desde el mismo principio al poner tal proyecto en marcha. Esta importancia en cuanto a no agobiarte si el éxito no es inmediato debieras tenerla asimilada para cualquier iniciativa ya desde los momentos potenciales e incipientes de tu propia trayectoria, sea de bloguero o en otro tipo de iniciativa.

Lo original empieza en la colectividad

Todo imaginario personal proviene, en mayor o menor medida, de por lo menos un imaginario colectivo: es por ello que cualquier individuo saca, sea o no mediante originalidad e incluso de manera más o menos consciente, toda idea de un público del cual el propio individuo forma, o ha formado, más o menos parte. La diferencia entre sacar o no mediante originalidad algún concepto estriba en aplicar con acierto el imaginario propiamente personal al concepto en cuestión.

Cualquier imaginario colectivo no es por completo homogéneo, o sea, que los individuos en tanto que partes de un público, o grupo social por emplear una expresión más académica, son, por lo menos en potencia, capaces de desarrollar un imaginario propio, pero este desarrollo requiere haberse nutrido antes de lo que aporte la colectividad en la que se viva, o en la que se haya vivido: de ahí que a nuestro parecer lo original empieza en la colectividad; pasa por lo personal, donde la originalidad se concreta; y regresa a lo colectivo, donde tal originalidad finalmente se evidencia. Asimismo, y puesto que un imaginario personal evoluciona y a su vez forma parte, por poco que sea, de uno colectivo, todo imaginario colectivo en su conjunto es susceptible de evolucionar también: el buen encaje de un proyecto en el público estará muy condicionado por la destreza con la que desde el imaginario individual, que nace del colectivo, se adecúe la originalidad al devolver ya concretado el concepto que era abstracto.

Por muy original que sea una idea, nunca se produce por aparición como si nada en la mente de alguien. Hay siempre un vínculo con lo experimentado en colectividad, aunque para llegar a concebir lo original precises una relevante introspección. Si intentas concebir algo desde la nada es muy probable que tu esfuerzo quede en eso: en nada. En tu búsqueda de la originalidad recurre a lo que te ha aportado lo colectivo, aplica cambios que desde tu perspectiva le den al blog en general, a un post en particular, o a otra clase de iniciativa que realices, un cierto toque propio y entonces preséntalo al público: lo que aportes, con toda probabilidad, será digno de calificarse mínimamente de original.

Entre los imaginarios personal y colectivo

Dar solidez al vínculo entre el proyecto que se elabore y el público consiste en gran medida en hacer que la iniciativa en cuestión se caracterice por ser original. Un blog, u otro proyecto y en especial si es de clase similar, tendrá tendencia a conseguir mejores resultados en cuanto a generar interactividad bidireccional si la originalidad se encuentra en la esencia de lo que la iniciativa en cuestión ofrece.

¿Qué es la originalidad? A nuestro entender, es una cualidad que, aplicándola a un concepto que esté más o menos en abstracto en el imaginario colectivo, permite sacar el mencionado concepto de tal imaginario con el fin de devolvérselo mediante una forma concreta, sea nueva o renovada, y estableciendo un mínimo lazo sólido entre el proyecto ya concreto y el público de cuyo imaginario salió la idea abstracta, siendo incluso viable la extensión a otros públicos de haberlos. Y siguiendo en base a nuestra perspectiva, ¿cuál es la vía de encontrar la originalidad? Hemos hallado otros conceptos importantes, en concreto la inspiración y la intuición, distinguiendo un recorrido entre dos puntos que, en el caso de inspirarse pasa por moverse entre la introspección y la interactividad, y en el de intuir, entre la improvisación y la preparación; en cuanto a la originalidad, según nos parece, el punto en el que la encontraremos estaría entre los imaginarios personal y colectivo. Sacar del puro ámbito abstracto colectivo alguna idea y devolvérsela de manera concreta, original y además construyendo un mínimo público específico nos resultará factible si somos capaces de dar salida a nuestro imaginario personal convenientemente adaptado con la finalidad de que la respuesta del público sea positiva.

Aunque desarrolles mucho tu imaginario personal, si no logras adaptarlo en algún sentido al imaginario colectivo, al público le parecerá en general, y en el mejor de los casos, que lo que haces no es muy bueno. Quizá el éxito lo acabes consiguiendo de todos modos pero lo más probable es que será puntual y efímero, o bien, que te llevará más tiempo conseguirlo de modo duradero, incluso sin que ni llegues a disfrutarlo porque habrá sido necesario el paso de tanto tiempo que tengan que ser generaciones de un bastante lejano futuro las que, si se llega a dar la circunstancia, valoren lo que hiciste. Con un término medio desde el que sin renunciar a la esencia de tu imaginario personal adaptes este imaginario por lo menos un poco al imaginario colectivo, el público estará en condiciones de apreciar antes, y mejor, el blog o casi cualquier otra iniciativa que lleves a cabo, y más adelante hasta quizá tengas ocasión de permitirte dar, de tu imaginario personal, más dosis.

Una genuina trayectoria hacia la relevante incidencia

Establecida una combinatoria efectiva entre público y ámbito semifundamental, un proyecto está en condiciones de hacer el paso desde estar en la simple circulación por el imaginario colectivo a emprender una genuina trayectoria hacia la relevante incidencia. De darse tal paso, ámbito lo semifundamental en tanto que cohesionador será lo que se produzca, de modo que la iniciativa de la que se trate dependerá de que se la dote de consistente cohesión en cuanto a evolucionar.

Un proyecto concreto y consistente no sólo es el que desde lo semifundamental se ha conseguido que salga de circular en el imaginario colectivo, en abstracto, sino el que cuenta con que lo semifundamental también le dé cohesión suficiente en pro de que tal proyecto tenga una exitosa trayectoria. Entonces es cuando lo semifundamental deviene, ya sea en modo individual o grupal, cohesionador de la iniciativa y aun si el proyecto en su forma concreta todavía no está propiamente accesible al público. Dotar de una fuerte cohesión a nuestro proyecto ya desde los ciclos preliminares de su trayectoria debiera permitirle salir a la luz pública con una consistencia bien asentada: el reto estará, desde que el público tenga conocimiento de la iniciativa y acceso a la misma, en hacer que el agente fundamental, o sea el propio público, reaccione de modo positivo ante lo que hayamos concretado y que tal reacción dé lugar, entre proyecto y público, por lo menos a un básico vínculo marcado por la solidez.

Sin agentes que den una cohesión consistente a un proyecto, o tal proyecto difícilmente llegue a tomar forma concreta alguna, o de haberla tomado acabará más temprano que tarde, con toda probabilidad y en el mejor de los casos, volviendo al imaginario colectivo, a la espera de ser cohesionado otra vez. Todo ello conduce cualquier iniciativa al riesgo a caer en el más completo olvido, o quizá y respecto a que acontezca un retorno al imaginario colectivo, a puntuales recuperaciones en plan nostálgico.

Cuasifundamentales

El agente motor, el equipo y quien financie serían agentes aunables bajo la expresión de cuasifundamentales, o semifundamentales, ya que el fundamental de toda iniciativa es el público. Si un proyecto tiene un público de base, el proyecto acaba de un modo u otro tomando forma, aunque sólo sea empezando a propagarse en plan muy rudimentario por el imaginario colectivo.

Percibir el potencial de un proyecto implica apreciar la incidencia que en el público tendría desarrollar de manera bien elaborada tal iniciativa: al tener esa percepción tenemos la oportunidad de posicionarnos en tanto que alguno de los agentes cuasifundamentales. Si llevamos a cabo una buena labor ejerciendo el tipo de agente cuasifundamental que seamos y esto está en armonía con el público además de con los otros agentes cuasifundamentales que en su caso haya, el proyecto está en condiciones de mantener una trayectoria exitosa. Ante cualquier eventual altibajo que por parte de agentes cuasifundamentales se produzca, si bien un proyecto puede llegar incluso a resultar muy afectado, mientras el referido proyecto disponga de público, aunque sea público potencial, la iniciativa acabará con toda probabilidad retomando forma, más tarde o más temprano, mediante otra combinatoria entre el público y el ámbito cuasifundamental.

Que en el plano los agentes cuasifundamentales sea factible que se den diferentes combinatorias te permite, si quieres y se te presenta la oportunidad, valorar entre varias maneras de estar formando parte de cierto proyecto. Asimismo, el rol cuasifundamental mediante el que formes parte de una iniciativa no tiene que ser siempre el mismo necesariamente.

El agente motor

Con la finalidad de completar lo que en cuanto a clases de agentes se refiere en un proyecto, es imprescindible aclarar lo que es calificable de agente además de los que son agentes vinculados. Los denominados agentes vinculados son público, equipo e inversores: queda por determinar otro tipo de agente, pero ya no considerado en tanto que vinculado sino que situado en el mismísimo corazón de la iniciativa que se realice.

Del conjunto de agentes de un proyecto, la división básica sería entre agente motor y agentes vinculados. Los segundos, por lo que ya conocemos, son: el público, que es el único esencial de ellos; el equipo, si lo hay; y el inversor, o los inversores, en caso también de que haya. Pero ¿en cuanto a los agentes vinculados, o por lo menos en cuanto al público, cómo se establece vínculo efectivo en pro de que el blog, o lo que estemos realizando en búsqueda del relevante impacto, tenga como mínimo algún sentido? Alguien, desde el ámbito más interno del proyecto, tanto desde la perspectiva del público y, en su caso, la del agente inversor, como desde la del equipo si lo hay, debe ser el agente motor. De tratarse de un proyecto individual, está muy claro: el agente motor será el propio emprendedor que por completo de por libre esté desarrollando la iniciativa, independientemente de que cuente con la participación de alguien más, en plan grupal puntual; al referirnos a una iniciativa en grupo, el agente motor no tiene que corresponderse por necesidad con todo el grupo, ni siguiera con toda la parte interna de un grupo mixto, sino que sería lo que por lo común definiríamos en tanto que los cargos directivos, o sencillamente, la directiva. Sin embargo, por calificarse de agente motor, no nos parece que tenga que ser considerado más fundamental que el público.

Tu objetivo si eres agente motor de un proyecto es, en esencia, hacer que tal proyecto funcione con la mayor armonía posible entre unos notables niveles de satisfacción de los agentes vinculados, o por lo menos, y en especial siendo una iniciativa altamente individual, que tal iniciativa tenga notablemente satisfecho al público, único agente básico. Si consigues que tu blog, u otra clase de iniciativa que realices, genere alta satisfacción en los agentes vinculados con los que cuentes, o sólo en el público en caso de iniciativa muy individual, significa que tu tarea en tanto que agente motor es acertada; y de mantener esto conseguirás, en la trayectoria del proyecto, una constante mejora, pero de lo contrario, correrás o bien el riesgo de sufrir abandono, o bien, en su caso y por mucho que hayas sido quien impulsase desde el principio la iniciativa, el de que de algún modo se busque tu sustitución.

Interno y externo, en función de los agentes

El adecuado control genera autoconfianza, confianza de equipo y de público: respecto a la autoconfianza, el adecuado control influye en el propio impulsor individual mientras que en la dimensión grupal y en la del público nótese que el control influye en dos clases de agentes vinculados al proyecto. Asimismo, debe añadirse a las dos clases referidas de agentes vinculados la que concierne a quien invierta en el proyecto, de modo que intuir un buen control conduce el agente inversor a sentir también mayor confianza, y de ahí a tener mayor predisposición a mantener su apoyo económico a la iniciativa.

Cuando hacemos distinción entre el plano interno y el externo de un proyecto conviene tener muy presente que esta diferenciación varía sus matices según el agente al que nos estemos refiriendo. Las dimensiones interna y externa del proyecto respecto al individuo, o al equipo, que realice la iniciativa en cuestión son respecto al público, y al agente inversor, únicamente plano interno. Así pues, lo que desde el ámbito de quien lleva a cabo el blog, o cualquier otro proyecto, se diferencia entre plano interno y externo según la clase de vinculación y grado de implicación en cuanto a realizar la iniciativa, desde la perspectiva del público y del agente inversor es todo ámbito interno del proyecto, siendo el externo, respectivamente, el plano del propio público y el plano del propio agente inversor junto al del público. Entonces, para el público, también lo que concierna a quien financie la iniciativa sería plano interno del proyecto, mientras que para el emprendedor individual, o el grupo, que realice la iniciativa, y además para el propio agente inversor, sería calificable de plano externo, de no ser que parte o todo el agente inversor ejerza además alguna función de equipo, o que el propio emprendedor individual sea a su vez único inversor. Ya que interno y externo, en función de los agentes, son por tanto aplicables con significados distintos, es de suma importancia tener claro de qué agente estamos tratando al hacer esta diferenciación.

Variando la clase de agente a la que pertenezcas en cuanto a un proyecto, variará el alcance de lo que interno y externo signifiquen desde tu posición respecto a la iniciativa. Si tienes implicación en la realización del proyecto, significa que estás en el ámbito interno o en el externo según la participación más o menos directa que tengas; si formas parte del público, o bien, eres inversor sin tarea interna, estarás en el ámbito externo del proyecto mientras que estará en el interno quien lleve a cabo toda, o en parte, la iniciativa más o menos directamente.

El público también percibe que hay o no adecuado control

Realizando una acción de transparencia debiera conseguirse que el público aprecie lo mejor posible el hecho de que un proyecto esté bien controlado. No obstante, aunque la transparencia no se practique o se practique poco, no hay que descuidar que el público tiene capacidad de por lo menos intuir si hay adecuado control en la iniciativa que se lleve a cabo, y hay también que tener presente que de esa capacidad del público emanan en gran medida las posibilidades de que el proyecto consiga fidelidad entre tal público, ya se trate de un único público muy específico, de varios públicos altamente diversificados, o bien, de algún grado intermedio entre estos extremos.

Más allá de la dimensión interna del proyecto, sea individual o grupal, el control tiende a trascender, o por lo menos eso debería ser lo que ocurra por lo común, de tal guisa que no sólo, al estar bien ejercido, ese control genera autoconfianza, o en cambio, confianza intragrupal, sino que el público también percibe que hay o no adecuado control; y percibiéndose por el público un adecuado control de proyecto se produce satisfacción en tal público, conduciéndole a que tenga respecto a lo que hacemos un mayor grado de confianza y de fidelización. Por lo que conocemos, la fidelización se reflejará, y en concreto en la blogosfera, en unos mínimamente relevantes datos en cuanto a índices de interactividad: esto, por tanto, nos conduce ahora a vincular control de un proyecto e interactividad, refiriéndonos en particular a interactividad bidireccional. Ante un proyecto percibido en tanto que controlado adecuadamente y, por tanto, del que se desprende que hay un individuo, o un grupo, con el aprendizaje permanente y el chequeo por banderas, todo público tendrá más predisposición a interactuar respecto a la iniciativa, y en general con toda probabilidad a hacerlo transmitiendo valoraciones en positivo.

Un volumen importante de interactividad bidireccional, en muchos ámbitos pero en especial en la blogosfera, lo generas gracias a la fidelización; y un público fidelizado lo consigues si despiertas en él confianza en cuanto a lo que haces. El adecuado control que ejerzas en tu iniciativa será la clave para que, además de producir confianza contigo mismo o con el grupo del que de manera mínimamente constante dispongas, el público confíe en esa iniciativa de la que se trate, se fidelice respecto a la misma e interactúe con ella de relevante manera.

Mediante adecuado control se produce confianza

Que un proyecto no quede descabezado pero que, a la vez, no esté sometido a un férreo control basado en la desconfianza por parte de quien esté al frente de la iniciativa se consigue a base de que se ejerza un control razonable y fundamentado en el interés de que el proyecto obtenga sus mejores resultados sin que haya ninguna sensación de incomodidad por parte de nadie. Un control de esta clase, si bien es fácil asociarlo de entrada sólo con proyectos grupales, tiene su vertiente también en iniciativas emprendidas a título individual.

Elaborando un proyecto grupal, quien esté al frente del mismo conviene que aplique el máximo interés por muy de fiar que en principio sea quien asuma atribuciones delegadas en cuanto a la iniciativa en cuestión. Un interés continuo en que todo esté bajo un adecuado control nos demuestra que, siendo por ejemplo un blog el proyecto, tal blog está dirigido por un buen líder, o un buen conjunto de líderes, según sea el caso: en este sentido, el control no debe ser tanto una acción de vigilancia sino de chequeo, y quien controle conviene que sea el primero en estar además con predisposición al continuo aprendizaje, en especial a aprender de los propios participantes directos con los que cuente en el proyecto, tanto los que participen en el plano interno como en el externo: así, mediante adecuado control se produce confianza, pues quien participa directamente en la iniciativa, lejos de sentirse limitado y vigilado, lo cual conlleva más bien a sentir, si no evidenciar, que la desconfianza prevalece, se sentirá con mayor facilidad miembro de un proyecto enriquecedor y en el que el control aplica el chequeo por método, proyecto que de esta manera hace que la confianza mutua sea lo primordial. De tratarse de una iniciativa del todo individual, es preciso cultivar la confianza con uno mismo, la autoconfianza, y acostumbrarse a realizar una labor de chequeo de lo que uno lleva a cabo en su blog, u otro tipo de iniciativa, sin caer en la obsesión del perfeccionismo extremo pero sin descuidar el interés por la máxima calidad, ni por el aprendizaje permanente.

La confianza, en grupo o con uno mismo, sustenta buena parte del potencial de éxito de un blog, o de alguna otra modalidad de iniciativa ya sea más o menos similar. Ingredientes básicos a tener de necesidad de usar en cuanto al cultivo de la confianza son la costumbre de chequeo y el interés por el aprendizaje constante. Con una confianza aplicada, y potenciada al máximo, a lo largo de los ciclos de un proyecto hay considerables opciones de que la iniciativa aporte siempre lo mejor dentro de las posibilidades concretas existentes en cada ciclo de su trayectoria.

Grupal puntual

Aunque, ante el hecho de que un único emprendedor tenga para su proyecto vínculos externos puntuales, tal iniciativa sea, para algunos, calificable de individual, otros quizá consideren que por el simple hecho de contar con alguien más, aun siendo de manera muy puntual, el proyecto deja entonces de ser individual y sólo vuelve a serlo cuando la esporádica participación externa finaliza. Quien considere oportuno disponer de una expresión que defina, fuera de lo calificable de individual, un proyecto con separación entre el emprendedor único y las relaciones externas a las que puntualmente recurra tal emprendedor, tiene de opción de emplear por lo menos un par de alternativas, de las cuales grupal puntual sería con toda probabilidad la mejor.

Sin perder la base de que un proyecto relevante debe evitar a toda costa quedar descabezado ni por un momento, grupal puntual es una expresión que nos sirve de diferenciación respecto a individual si optamos por restringir el significado de proyecto individual a cuando no hay ninguna participación humana complementaria y aunque sea la referida participación muy puntual. Esta opción terminológica no debiéramos confundirla con el caso de un proyecto que siendo únicamente grupal se pone en marcha tan sólo de modo esporádico, o sea, sin una mínima regularidad aunque sea bastante largo el intervalo entre cada vez que el proyecto se reactiva, pues tal iniciativa esporádica casi que ni siquiera sería calificable de proyecto, por lo menos en tanto que proyecto que pretenda el relevante impacto en su público, o en sus públicos. Otra alternativa sería considerar la expresión proyecto individualista, refiriéndonos a que el blog, u otra iniciativa de la que se trate, guarda su esencia individual pese a contar puntualmente con la participación de alguien más; si embargo, individualista tiene quizá una connotación más bien peyorativa y corremos el riesgo de insinuar que un proyecto es, o pretende ser, de elaboración en total soledad, incluso en plan aislacionista, o en cambio, de que tiene por objetivo ensalzar la figura de su emprendedor único, en un sentido egocéntrico.

Hacer en modo grupal puntual lo que lleves a cabo será una buena manera de prepararte para el caso de que te plantees en algún momento convertir tu proyecto individual en uno propiamente grupal. El camino más bien inverso, o sea, lo que sería un proyecto individual puntual, no parece una buena opción: denota que un proyecto grupal no acaba de cuajar, y ante esto lo mejor es que tal proyecto sea individual por completo hasta que se den los mejores condicionantes para, si se quiere, dar a lo que se realiza una dimensión grupal consistente, sin que el proyecto quede descabezado pero tampoco con todas las responsabilidades grupales concentradas de vez en cuando en un único integrante.

Plena acumulación o clara separación

Cualquier proyecto individual tiene, por el hecho mismo de ser individual, poco o ningún margen en cuanto a considerar propiamente casi toda acción de repartir. La condición de iniciativa individual, en vez de contar con la opción de repartir lo mejor posible las tareas en base al grado de responsabilidad de éstas, implica de por sí, más bien, la siguiente elección: o una plena acumulación de tareas por parte del emprendedor único o una clara separación entre emprendedor individual y eventuales relaciones externas; separación de la que se deriva, por sentido común, que las tareas relevantes va a tener que quedárselas el emprendedor y el resto van a tener que procurar estar en el ámbito de lo externo.

Sea plena acumulación o clara separación lo que caracterice las tareas que conlleva un determinado proyecto individual, y pese a que incluso al haber separación no se dispone del mismo margen de reparto que en una iniciativa grupal mixta, mientras el emprendedor disponga de habilidad en lo referente a mantener bajo control al máximo su proyecto existen muchas opciones de que las grandes dimensiones y los resultados positivos caractericen de todos modos el alcance, y consiguiente impacto, de lo que se desarrolle. Resultará de elevada importancia que el emprendedor incluso tenga bajo control tanto como le sea posible el proyecto, por ejemplo un blog, aun cuando, y tratándose en este caso de una iniciativa individual, participe alguien muy cualificado: más que por una cuestión de desconfianza por parte de tal emprendedor, se trata de hacer esto en el sentido contrario, o sea, de demostrar a quien desde el plano externo participa de manera puntual la existencia de un auténtico interés del emprendedor en cuanto a que el proyecto individual funcione bien, y así, aunque ese participante externo continúe vinculado en plan esporádico, será más fácil que procure que su actuación respecto al proyecto individual en cuestión sea siempre óptima.

Un proyecto individual en el que recurras a la participación de alguien, pero manteniéndose tal iniciativa en todo momento individual y por tanto no pasando a grupal, no debes dejar de sustentarlo en mantener bajo control todo lo que sea susceptible de causar alguna alteración en el propio proyecto del que se trate. Por muy profesional que sea quien impliques en tu iniciativa individual, no disminuyas tu alto interés en el proyecto o estarás dejando descabezado tal proyecto, lo cual aunque se produzca por un breve instante, quizá cause alguna alteración debido, por ejemplo, a algo que no hayas aclarado lo suficiente a quien hayas implicado en lo que realizas.

Una red muy maleable

Tener el núcleo consistente en un equipo mixto y unas bien establecidas relaciones externas, además de que hace viable repartir lo mejor posible las tareas en función de su grado de responsabilidad, proporciona una configuración de relaciones que permite cumplir más fácilmente con el objetivo de que, ante variaciones internas, no se produzcan alteraciones en el plano externo del proyecto. En definitiva, un grupo de estas características, bien gestionado, es capaz de funcionar a modo de una auténtica red de alta maleabilidad.

Por medio de la blogosfera, e Internet en general, aprendemos la importancia de la idea de red: y no de una red cualquiera, sino de una red muy maleable. Un proyecto grupal, gestionado por parte de un equipo basado en la fórmula mixta y en el concepto de una red muy maleable, tiene altas opciones de hacer que las grandes dimensiones y los resultados positivos caractericen el alcance, y consiguiente impacto, del propio proyecto. Con el fin de que la dinámica grupal sea la mejor, la aplicación de la fórmula y del concepto expuestos no debe conducirse de una guisa tan simplista que nos lleve a sobrevalorar la dimensión interna del grupo y a menospreciar la externa: en un equipo mixto, si bien los grados de responsabilidad se distribuyen respectivamente, y en función de su más o menos relevancia, entre plano interno y externo, ambos planos se necesitan uno a otro de tal manera que, ante cualquier cambio que se produzca y en particular en el ámbito interno por ser el que más incidencia potencial tiene de entrada en una eventual alteración externa del proyecto, se tenga opción de recurrir a alguien del otro plano con la finalidad de que cubra lo que sea preciso en función del cambio; las posibilidades de trasvase entre parte interna y externa de un grupo mixto hace de éste el entorno grupal óptimo en tanto que, al estar verdaderamente adaptado a la idea de red muy maleable, estará dotado de una dinámica acorde con el propio funcionamiento de Internet, lo cual proporciona al grupo una capacidad de manejarse bien en cuanto a desarrollar cualquier proyecto que en la actualidad busque impacto de relevancia.

El concepto red, en el sentido de una red muy maleable, fundamenta todo lo que es Internet y, en tanto que parte de ésta, todo lo que es la blogosfera. Cualquier proyecto debieras concebirlo en base a tal concepto, para lo cual, si el proyecto en cuestión no es ya propiamente un blog, la blogosfera te resultará un entorno también calificable de óptimo por lo menos para emplearse a título complementario de lo que constituya la esencia de la iniciativa, tanto si se trata de un proyecto individual como grupal.

Mixto

Siendo grupal un proyecto resulta también configurable en función de varios matices. Las variables en este caso van desde el grupo interno más estable al grupo que, siempre que haya igualmente una constancia en cuanto a la participación directa de los miembros, funcione a base de tareas por completo externalizadas. Entre ambos puntos estaría la opción mixta, o sea, combinar miembros internos y externos.

Del mismo modo que todo proyecto tiene sus ciclos, quien se ocupa del mismo, sea un solo individuo sea un grupo, también pasa por ciclos. En base al principio de evitar que las variaciones en el ritmo interno alteren de manera sustancial la dimensión externa del proyecto, los ciclos que afecten a quien esté detrás de toda iniciativa, no tienen que corresponderse por fuerza con cambios, al menos no deseados y además destacables, en el proyecto propiamente, y más si se trata de un proyecto de relevante impacto, por ejemplo alguna clase de blog; sin embargo, ante esto y en el caso concreto de un proyecto grupal, lo mejor no nos parece que sea, en general por lo menos, sólo configurar un grupo interno y muy estable ni tampoco hacer que sea por completo externo y poco estable. Hallar una solución mixta, con toda probabilidad, ayude más a afrontar los ciclos del proyecto y, a su vez, a evitar que las variaciones internas puedan derivar en cambios externos no deseados. Un grupo que sea mixto no está sometido a la rigidez propia de un equipo en el que, por limitarse a ser muy estable y a sólo tener miembros internos, la más mínima variación es susceptible de alterar al conjunto; ni está condicionado por la inseguridad que emana de un equipo del que sus miembros son siempre todos externos y en el que, por tanto, se carece de un núcleo básico de miembros que garanticen una mínima estabilidad grupal para el blog, o para la iniciativa de la que se trate.

Funcionar en equipo, estés o no al frente de éste, te proporciona un entorno en el que la base está en la distribución de competencias entre los integrantes; delegándose adecuadamente las tareas entre los miembros, si tales miembros ejercen bien sus funciones, se contribuirá a que el proyecto coseche éxito. En función del grado de responsabilidad que comporten las tareas referidas, disponer de un equipo mixto hace factible que las más esenciales se reserven a los miembros del ámbito interno y que queden delegadas a miembros externos las más accesorias.

Realización individual

Toda esencia de un proyecto individual no está tanto en que lo desarrolle una única persona que tenga plena, o casi plena, autonomía: ésta es una opción, pero dentro de lo calificable de proyecto individual hay más matices en función de los agentes vinculables a una iniciativa. Tener claras las variables de lo que es definible en tanto que iniciativa individual es de gran ayuda para tomar la determinación de si es ésta la clase de proyecto que conviene llevar adelante.

Puesto que en todo blog, o todo otro proyecto, que pretenda ser relevante es fundamental el público, a este agente no lo debemos descuidar en ningún momento por más individual que sea la iniciativa, pues si lo hacemos, más que un proyecto individual estaremos haciendo un proyecto desde la casi, o completa, soledad; el grado, por tanto, de mayor individualidad sería el que nos liga tan sólo al público: sin inversores, o en su caso sin más inversor que uno mismo, y sin grupo. Al conseguir inversores para un proyecto que hagamos a título individual, si tales inversores, como debiera ser por lo común, se mantienen en todo momento en el plano externo, seguiremos estando de todos modos ante una iniciativa calificable de individual. Respecto a la idea de equipo, se disponga o no de inversores en el proyecto pero que de haberlos tales inversores sean en cualquier caso externos, si sólo disponemos de personal también externo y cuya participación directa, remunerada o no, es más bien puntual en cuanto al proyecto en cuestión, tal proyecto entra en lo definible como individual. Lo que vaya más allá de los vínculos descritos respecto a inversores y respecto a personas externas de participación puntual, haciendo que tales relaciones, sea de manera respectiva sea combinada, tengan una vertiente en la dimensión interna, o que en el caso de personal externo por lo menos la participación no sea sólo puntual sino de cierta constancia, se saldrá de lo que es la realización individual: estará entonces en el ámbito de lo grupal.

Difícil te será quizá idear un proyecto individual que tenga plena originalidad y que de ahí gane opciones de éxito, pero ello no implica que por fuerza con un grupo te tenga que ir mejor; y viceversa: en un grupo con dificultades para encontrar originalidad y éxito, la solución quizá no pase por dejar que la iniciativa se convierta en individual. Un proyecto que llegue a la originalidad y al éxito depende más de que al frente esté alguien con entusiasmo que de si ese alguien es más o menos numeroso, sin dejar de lado que, en especial en la blogosfera debido a las capacidades de interactividad que la caracterizan, es primordial el impacto en el público.

En equipo

A diferencia del público y de los inversores, el equipo es una clase de agente que, de entrada y a nivel económico, está relacionado más directamente con los gastos que con los ingresos. Por esta particularidad de tipo económico no sólo tomar bien la decisión de cuán grande vaya a ser el grupo, o de si va a ser interno, externo o mixto, sino también la de en qué momento implementarlo, es del todo esencial.

De creer conveniente tenerlo, un grupo con el que desarrollar un proyecto debe tomar forma en el momento apropiado, o incluso en los momentos apropiados, según si esta configuración efectiva se produce rápidamente, o en cambio, de un modo progresivo. Las capacidades económicas tanto propias como obtenidas mediante inversores determinarán en gran medida el ritmo idóneo de tomar forma el grupo en un proyecto potencial, o incipiente, en especial si el proyecto lo lleva a cabo un emprendedor primerizo. Dado el caso de que un proyecto haya llegado a la veteranía, y de no ser que la preferencia sea no acabar en equipo sino seguir en modo individual, con tal de dar forma al grupo se les sumarían a las capacidades económicas propias y a las de los inversores las ya derivadas del éxito entre el público, en especial si tiene naturaleza comercial el proyecto. Si el blog, o casi cualquier otra tipología de iniciativa, es un proyecto primerizo e individual pero impulsado por un emprendedor veterano, tiene opciones de beneficiarse, ya desde un principio, del éxito que entre el público haya cosechado tal emprendedor en los proyectos previos, hasta el punto de que el planteamiento de una iniciativa en equipo, desde el inicio y de manera inmediata, resulte muy viable.

Una acción de transparencia en cuanto a tu proyecto grupal, estés o no al frente de tal proyecto, será respecto al público una medida de fomentar la familiaridad, transmitiendo una cierta agradable sensación envolvente con la que el público, al sentirse de alguna manera parte del grupo, tenga una buena experiencia al obtener lo que ofrezcamos. Un inversor, si dentro de una razonable exigencia de transparencia máxima observa al grupo, lo hará analizando en qué medida da sentido a la inversión económica que vaya a realizar o que haya realizado; observará al equipo, por tanto, desde una perspectiva más pragmática.

Un buen impulso financiero

El agente, por lo general externo, que al igual que el público se caracteriza por su función esencial de aporte económico al proyecto es el inversor. De realizar también alguna otra función directa pero desde dentro del proyecto, podría considerarse un inversor interno, pero por lo común, por tendencia a diversificar su capital, el inversor estará aportando financiación en algún que otro proyecto más, así que, de no sentir una muy especial fijación acorde con haber hecho una inversión grandiosa, quien invierta acostumbrará a mantenerse bastante al margen, sin tener en el proyecto una presencia física rutinaria.

Materializar un proyecto por simple que sea implica contemplar todo aspecto económico del mismo. Dependiendo de la complejidad que pretendamos dar a nuestro blog, o a alguna iniciativa de cierta clase más o menos parecida, esta dimensión económica nos requerirá de mayor o menor esfuerzo, y si tal esfuerzo es mucho, y más si es por completo superior a lo que por nosotros mismos somos capaces de realizar, nos queda el recurso de acudir a algún inversor, o a varios. En el desarrollo de la trayectoria de todo proyecto que busque el relevante impacto, lo que nos parece ideal es que la inversión sea algo que si tiene que protagonizar el ámbito económico de nuestra iniciativa, lo haga, actuando a modo de empuje, en los ciclos incipientes e iniciales de tal proyecto: el paso a la veteranía debiera estar basado en que, a nivel económico en particular, sea el público el agente que realice el mayor aporte desde su condición de ser más voluminoso en miembros integrantes. Así pues, y en especial en los ciclos previos, y en los primerizos, de un proyecto muy ambicioso, un buen impulso financiero lo encontraremos mediante algún inversor, o algunos inversores, gracias a lo cual, si somos capaces de aprovechar bien lo que se nos aporta, llegaremos a la incidencia en ese público que debe acabar protagonizando nuestras vías de ingresos.

Ser tu propio inversor es una opción muy interesante de que la consideres, pues cuantos menos compromisos económicos externos tengas, aparte de con el público, que es esencial, dispondrás de más libertad de actuación. Evalúa en qué medida te es esto factible, y si lo es te encontrarás ante un horizonte en el que tu límite estará condicionado casi sólo por tus propias ambiciones, siempre que éstas sean razonables y sensatas. Vendrá de ti mismo el empuje que tenga que llevar adelante a tu blog, o a otro más o menos similar proyecto del que se trate.

El agente fundamental

De los agentes con los que mantener un vínculo en la consecución de llevar todo proyecto al impacto relevante, el público al que se dirija la iniciativa de la que se trate es el único indispensable por completo. Sin público no hay proyecto que sea definible en tanto que ni siquiera de mínimo impacto, así que es el público lo que da sentido a un blog u otra iniciativa, sea más o menos afín.

Lo que entendemos por agentes vinculados al desarrollo del proyecto, además de ser individuales o grupales, son clasificables, según los casos, en internos y externos; y el público al que nos dirijamos, si pretendemos un impacto relevante, debe ser el agente externo más numeroso y con el que asimismo, pese a la dificultad de no disponer en muchas ocasiones de una relación directa, consigamos una relación excelente, al igual que la que tenemos que procurar mantener con los otros agentes, si es que los tenemos, o sea, inversores y equipo. Un público, sin embargo, bien definido es lo que conviene en especial en los ciclos iniciales de todo blog, o hasta de otras iniciativas muy distintas: querer abarcar desde los comienzos de un proyecto un público muy amplio y muy variado nos resultará una hazaña bastante compleja, sobre todo si no contamos con los dos otros tipos de agentes. Cuando dispongamos de una buena respuesta por parte de un público bien definido, estaremos en mejores condiciones de ampliar y diversificar, lo cual no implica que no sea recomendable empezar por un público generalista; de hecho, si hemos empezado por dirigirnos a un público generalista nuestro reto de ampliar y diversificar pasará por intentar acceder a públicos más concretos, mientras que si nuestro punto de inicio es un público especializado, entonces la ampliación y la diversificación tendrán que consistir en dirigirnos a otros públicos, entre ellos, si lo consideramos oportuno, el generalista.

Tu público es el agente fundamental con el que, pese a que carezcas de inversores y de un equipo, el proyecto que desarrolles tendrá razón de ser. El impacto relevante que sea obtenible, o bien, que ya hayas obtenido en el público será lo que te proporcione más facilidad de obtener vínculos firmes con los otros agentes que, de manera más interna, contribuyan a que tu iniciativa sea mejor.