Guía básica de retroactualización

Las reglas, según las cuales retroactualizar o no, pueden ser tan variables casi, si no del todo, como autorías de weblogs y demás formatos comunicacionales pueda haber. Ante la conveniencia, sin embargo, que me parece que hay de plantear desde aquí lo que de algún modo pueda servir de guía básica de retroactualización para cualquier autoría en general y cualquier autoría de blogs en particular, cabe recurrir a la diferencia entre forma y fondo.

En comunicación, al igual que todo error y que toda imprecisión de este ámbito, las soluciones con las que, en su caso, corregirlos podemos diferenciarlas entre si son de la forma o del fondo. Lo que concierne a la forma es más propiamente textual, en un sentido amplio de lo que es texto y por tanto abarcando cualquier forma de expresión: concierne, pues, en tal sentido, más a la condición reconocible de los elementos específicos con los que construimos el mensaje, como pueden ser palabras, imágenes o sonidos, ya estén tales elementos aislados o en ese mensaje del que se trate. En tal mismo sentido de lo que es texto, lo que concierne al fondo es más propiamente contextual: concierne, pues, más a la coherencia de conjunto que dan a entender los elementos específicos que construyen el mensaje.

Una vez expuesto lo anterior, te resultará una buena guía básica a seguir considerar que merece retroactualizarse siempre aquel error que guarde relación con la forma. En cambio, cuando esté relacionado con el fondo, salvo casos muy extremos, merece que en la medida de lo posible optes por procurar no retroactualizarlo porque por lo común lo que atañe al fondo, y en este caso a aquello que aun siendo formalmente correcto no queda bien explicado, suele poder solventarse, o cuando menos reconducirse, con una pieza nueva y aclaratoria.

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Distinguir entre evitar la retroactualización y no aplicarla

No es lo mismo, en el marco de lo que aquí se expone en cuanto a la tan característica retroactualización que lo telemático facilita, evitar la retroactualización y no aplicarla. Evitar responde a una actitud recomendada a seguir en general por parte de, en concreto, cualquier autoría de un weblog, sobre todo un macroblog; no aplicar, a lo que responde es a, si se quiere recurrir al mismo término, evitar cuando por lo contrario no debiera evitarse.

Entendamos, de un lado, que evitar retroactualizar es lo que debe procurar hacerse pero que puede parecer tan fácil como erróneamente que es, no obstante, lo que causa una mala valoración ante el público; de otro, que no aplicar retroactualización alguna cuando, sin embargo, debiera hacerse, causa sin lugar a duda esa mala valoración. Con esto es con lo que tenemos que entender que, respecto a retroactualizar o no, la mala valoración que ante el público se produzca en cuanto a lo que ofrezcamos derivará justo por no aplicar tal retroactualización y no, en cambio, por evitarla tal y como tan fácil como erróneamente pueda parecer. Ésta es la diferencia que entre evitar la retroactualización, lo cual está bien, y no aplicarla, cuando debiéramos, lo cual no está bien.

Al distinguir entre evitar la retroactualización y no aplicarla estás en disposición de comprender por completo, según el sentido que aquí exponemos, lo que a este ámbito de la customización en los blogs se refiere. Se trata de que, en definitiva, tomes conciencia de que, si bien como actitud general hay que evitar retroactualizar, tienes que hacerlo cuando en verdad es necesario.

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La retroactualización sin registro de cambios

Cierto que una retroactualización, por las varias razones que puede convenir hacerla y cuando puede y debe hacerse, merece en efecto aplicarse en el contenido que se ofrezca porque, de lo contrario, la mala valoración que ante el público se produzca respecto a eso ofrecido derivará justo por no aplicar tal retroactualización y no, en cambio, por evitarla. Esto no quita que la finalidad, sobre todo de un weblog, procure ser siempre la de evitar la retroactualización, sea o no con registro de cambios.

Aunque, en particular, los blogs al uso o macroblogs permitan la retroactualización sin registro de cambios y debamos, aun así, procurar no retroactualizar, tenemos que contemplar en qué casos debiéramos optar pese a todo por retroactualizar. Que sea o no dejando constancia del cambio, especialmente en la macroblogosfera con plataformas genéricas, será algo que dependerá de la fórmula que nosotros mismos queramos o no llevar a cabo para dejar o no constancia abiertamente consultable de los eventuales cambios con los que retroactualicemos nuestro macroblog. En las redes sociales o microblogs, al no poder por lo común retroactualizar propiamente, no suele quedar otra opción que suprimamos y republiquemos aquello que consideremos que contenía algo que no merecía haberse publicado tal y como ha quedado al final.

Más allá del objetivo de corregir posibles errores, tanto macro como microblogs, en especial de plataformas genéricas, disponen, sin embargo, de una retroactualización sin registro de cambios que, de hecho, poco o nada dependerá de nosotros: la retroactualización que conlleve cambios del diseño y estilismo genéricos del weblog. La mayor customización de macroblogs hará que tú mismo puedas decidir si aplicas tales cambios pero, al hacerlo, cambiará todo el blog desde el inicio, por lo que se trata justo de retroactualización; en redes sociales, la menor customización hace que, si la plataforma aplica tales cambios, todos los usuarios tengan entonces, lo prefieran o no, sus perfiles, sin registro de cambios y automáticamente, retroactualizados.

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Un pretendido post de versión única y definitiva

La customización por retroactualización, que es lo propio en la macroblogosfera, y la habitual ausencia de la misma, que es lo propio de la microblogosfera, llevan cada uno de estos casos a su respectivo modo particular de concebir lo que un pretendido post de versión única y definitiva supone. Se trata de un asunto relevante a abordar porque puede suscitar comprensiones opuestas a lo que en verdad debiera corresponderse.

Comprender superficialmente lo que la tan característica retroactualización de los blogs al uso o macroblogs y la en absoluto característica de redes sociales o microblogs derivaría con suma facilidad en que, respecto a la primera, cabría prestar menos atención por parte de la autoría a que un post quede publicado como versión única y definitiva justo por esa misma capacidad de, en cualquier momento, poder actualizar; respecto a la segunda, por lo contrario, derivaría con asimismo suma facilidad en que por la ausencia de customización por retroactualización debiéramos pensar más a conciencia todo lo que publiquemos. No obstante, cabe que, más bien, entendamos lo contrario: la retroactualización allá donde podamos aplicarla debemos procurar recurrir lo menos posible a ella; y donde de por sí no sea posible utilizarla, procuremos no tener que pensar muy a conciencia lo publicado, pero no por desinterés o dejadez, sino por ser sencillamente reflejo de lo que justo en el correspondiente macroblog hayamos publicado.

Tratar tus posts en la mayor medida de lo posible como publicaciones únicas y definitivas te ahorrará tiempo a dedicar para actualizaciones posteriores, lo cual redundará asimismo en una mejor valoración de tu weblog por parte de cualquiera que lo visite. La concentración de toda tarea hasta la versión definitiva del post tienes que aplicarla, pues, en el proceso preparatorio de éste.

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El registro de cambios

Según los permisos de lo cual esté dotado el sitio telemático que sea, habrá además la opción de ir quedando registro, a su vez público o privado, de los cambios que sobre el mismo sitio se apliquen. Resulta más propio de sitios o muy privados o muy abiertos el que quede el registro de cambios apreciable a quienes sea el sitio consultable, mientras que en un sitio de una interactividad de punto medio, el registro de cambios es, más bien, poco habitual.

Es un muy cómodo avance en comparación a las capacidades de la tecnología analógica el que en lo digital y lo telemático sea factible aplicar y consultar cambios fácilmente. Tal y como, sin embargo, suele ser habitual en un weblog, operar en base a una interactividad de punto medio, en que en esencia recae todo sobre la autoría y el público puede contribuir sólo en cierta medida, deviene un registro de cambios bastante poco necesario y práctico, pues al fin y al cabo tendrá o debiera tener poco interés quien consulte tal sitio en todo lo que tal o cual pieza pueda haber cambiado, máxime considerando que por lo común debe presuponerse que la pieza de la que se trate está desde el principio publicada con ánimo de ser versión única y definitiva.

Fundamentándose en esta presuposición de post de versión única y definitiva puedes entender que, en particular en las redes sociales o microblogs, sea normal en la blogosfera que las plataformas genéricas no permitan editar una vez publicas algo. Representa esto otra notable diferencia en lo que a la mayor customización de blogs al uso o macroblogs y la menor de las redes sociales concierne.

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Permisos

Un menor o mayor nivel de interactividad en general, y de interactividad bidireccional en particular, que en el sitio telemático que sea se proporcione está condicionado respectivamente a si hay menos o más permisos habilitados tanto por parte del servidor como del cliente. Operar en base a un sitio abierto supone el permiso primordial y casi único para que la navegación por el sitio en cuestión esté al pleno alcance de un usuario cualquiera.

En caso de que queramos hacer un sitio restringido o privado, requerir a los navegantes un usuario y contraseña es lo habitual en webs corrientes; el caso específico de los weblogs, y más a través de las plataformas genéricas tanto de macro como de microblogosfera, nos hace factible hacer un sitio privado en el que poder aplicar aprobaciones o rechazos según las solicitudes de suscripción que los usuarios nos hagan llegar. En el extremo totalmente opuesto, un sitio con absoluto permiso abierto sería aquel sitio en el que hasta un usuario por completo anónimo y casi, si no del todo, inidentificable puede hasta modificar a fondo el propio sitio.

Tener una interactividad de punto medio como la que permite al usuario una interesante navegabilidad bidireccional en la que no deje de estar, sin embargo, preservado el control y protagonismo por parte del servidor es lo conveniente si pretendes crear un genuino sello propio por el que te diferencies con claridad en la inmensidad de Internet. Y entre los mejores formatos telemáticos con lo que aplicar esto, el de los weblogs destaca sobremanera.

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Bajar de, subir a, conectar a, o descontar de, la red de redes

Si se pretende resaltar la distinción entre el servidor y el cliente, se deriva que la definición de lo que es Internet o la nube tiende a limitarse a los servidores. Por eso bajar lo que sea de, o subirlo a, Internet o la nube deriva en un tipo de habituales y familiares expresiones en que bien se incide en un aspecto que dejaría a los clientes o usuarios fuera de lo que propiamente es Internet.

Los servidores representan, en un sentido estricto, los nodos permanentes que en Internet, o la nube o asimismo el ciberespacio o la red de redes, dan sentido a esta infraestructura como una a la que conectarnos, y desconectarnos, es factible en cualquier momento y cualquier lugar a través de dispositivos del tipo cliente o usuario. No es extraño, pues, que también sean habituales y familiares expresiones como las de conectarnos o desconectarnos de Internet, o la nube; bien denota esto que nosotros y nuestros dispositivos no son entonces con propiedad Internet, sino una especie de anexos a la misma. Desde una perspectiva amplia y práctica, sin embargo, Internet es o debemos considerar que es el conjunto de servidores y clientes.

Referirte a Internet como sólo los servidores o como el aglutinado de servidores y clientes termina siendo una cuestión ambivalente que dependerá, igual que tantos otros conceptos de informática y otros ámbitos, del contexto. Al explicar el hecho de bajar de, subir a, conectar a, o descontar de, la red de redes incides en que tú como cliente estás al margen y que Internet son los servidores; pero hacer todo eso considerando que como cliente eres parte de Internet es igualmente correcto.

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Las opciones de interactividad

Aquello que en definitiva marca la diferencia entre limitarse a navegar por Internet y ofrecer un sitio propio en línea no se reduce sino a un asunto de la interactividad que en un caso y otro se asume. El simple usuario navegante mantiene una interactividad casi o sólo unidireccional, mientras que al devenir servidor puede desplegarse una muy intensa interactividad bidireccional.

Cuando estamos navegando en el ciberespacio, cada servidor al que accedemos deviene, de entrada, emisor y nosotros nos mantenemos como simples receptores. Ya sólo al tener en cuenta esto, queda claro que, si asumimos la condición de servidor, estamos también situándonos en el rol de emisor inicial y cualquier otro usuario o cliente que acceda al sitio que ofrezcamos, ya sea o no tal sitio un weblog, será respecto a nosotros el receptor inicial; y estos roles así se mantendrán en, por lo menos, buena medida siempre que, en efecto, el usuario siga limitándose a navegar. El hecho de que el usuario únicamente navegue o decida interactuar bidireccionalmente con el sitio que ofrecemos dependerá de si nuestro sitio se caracteriza por las opciones de interactividad adecuadas que garanticen una bidireccional y atractiva navegabilidad.

La clásica y más sencilla manera de ofrecer interactividad y navegabilidad en un sitio de Internet es poniendo hipervínculos y, por ello, va bien que en caso de una autoría primeriza se opte por potenciar esta clase de recursos; también son buenas opciones los cuadros de diálogo, en los que un usuario puede, según estén configurados, introducir sus datos o sus opiniones. Por defecto, las plataformas genéricas ya suelen incluir en sus plantillas todos estos recursos.

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Dominio propio y servicio de hospedaje telemáticos

El usuario corriente que, con el habitual bajo o nulo coste económico, contrata dominio propio y servicio de hospedaje telemáticos lo hace sin disponer, a la práctica, de su servidor verdaderamente propio, pero esto no impide que pueda e incluso deba considerarse que asume entonces una condición precisamente de servidor. Poseer todo un servidor en exclusiva para sí requeriría un gran desembolso y unas muy específicas finalidades.

Además, pues, de limitarnos a navegar por Internet y ser estrictamente simples usuarios, es más que recomendable, por su asequibilidad, que nos decidamos a ofrecer también un sitio propio en línea. Los weblogs dan una muy buena respuesta a esto, lo cual es especialmente apreciable por la elevadísima aceptación que, muy en particular, las redes sociales o microblogs han tenido; en este caso a partir de plataformas genéricas, igual que de hecho puede ocurrir también con los blogs al uso o macroblogs, de manera gratuita tenemos acceso a hospedaje ilimitado, si bien, en concreto en las redes sociales, el nombre del dominio, aunque también gratuito, queda supeditado a formar parte de una ruta de acceso que empieza por el dominio del proveedor.

También en lo referente al dominio de sitio telemático se aprecia la clara diferencia de customización en macro y microblogosfera porque en la macro es normal tener la opción de sustituir la ruta por defecto del proveedor de hospedaje por el nombre de dominio por completo propio y personalizado que adquieras con otro proveedor. Y sin renunciar al espacio ilimitado que ese mismo proveedor de hospedaje te proporciona.

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Ofrecer un sitio propio en línea

La relación entre dispositivos en el marco del esquema abierto de servidor y clientes consiste en que a los servidores, en su condición de computadoras colectivas, se accede con los dispositivos personales, muy en particular por medio de los ordenadores personales, en su condición de clientes o usuarios. ¿Puede, entonces un usuario corriente no sólo navegar por servidores justo por su condición de usuario, sino devenir también servidor? Sí.

De resultar el esquema de servidor y clientes, en el que Internet se basa, uno cuyo acceso como servidor estuviese restringido, se trataría de un esquema por completo opuesto al abierto que conocemos y devendría impropio de una infraestructura basada en el concepto red precisamente; sería, en cambio, una infraestructura claramente jerárquica al modo clásico de las estructuras cada vez más propias de una etapa histórica que se cierra. Por descontado, y sin embargo, cierto es que para el gran conjunto de usuarios individuales a nivel mundial poco práctico sería que cada uno tuviese que hacerse con lo que propiamente una computadora tipo servidor es: por eso es posible, fácil y asequible contratar servicios de registro de dominio y de almacenaje de datos.

Al disponer, con el bajo o nulo coste económico que suele conllevar, de tu nombre de dominio y de tu servicio de hospedaje, tienes lo necesario para ofrecer un sitio propio en línea y así desempeñar una función como servidor respecto al que, por tanto, otros usuarios que accedan a tal sitio serán, en efecto, clientes. De las más que diversas formas que a ese sitio que ofrezcas puedes darle, una de ellas y, de hecho, de las mejores es la de un weblog que vayas actualizando con constancia.

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¿Cómo el HTML puede derivar del XML y viceversa?

Bien puede considerarse que del XML, en efecto, deriva el HTML, especialmente a día de hoy, en sus respectivas versiones actuales, porque si bien cronológicamente pueda establecerse que, más bien, el XML esté basado en, y suponga una mejora, de hecho una extensión, respecto al HTML, es en la actualidad el XML el que puede contener todo un HTML, más que un HTML todo un XML. Uno y otro son en cualquier caso evoluciones del SGML primigenio.

Así pues, ¿cómo el HTML puede derivar del XML y viceversa? Un HTML como pueda ser una web, y por supuesto un weblog, puede por lo común contenerse en un XML, lo cual precisamente por la mayor versatilidad del XML permite transportar ese HTML de su ubicación original a otra en la que, de nuevo, pasar de código fuente a forma intuitiva, de segundo a primer plano digital; que la ubicación de destino pueda reproducir o no con exactitud la forma que el HTML tenía en su ubicación original dependerá ya de las similitudes y diferencias entre los recursos específicos de tales ubicaciones. Un HTML, en cambio, poco o nada puede hacer por contener un XML del mismo modo; a lo sumo, y hasta donde por lo menos alcanzo a conocer por ahora, podría contenerlo como archivo descargable.

Sea como sea, puedes apreciar que el HTML deriva del XML así como el XML del HTML, según convenga. No obstante, una y otra forma de derivación son, o tienden a ser, desiguales; por lo tanto, pasar de uno de estos lenguajes al otro no es una simple elección como la de, en un programa que admita guardar y reproducir ficheros de varias extensiones por igual, justo abrir o guardar un fichero en una u otra de tales extensiones admitidas.

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XML

Al conectarse e interactuar, servidores y clientes ponen a su vez en interacción sus respectivos lenguajes de programación. Para los servidores, fundamentalmente se trata de HTML; y para clientes, depende del sistema operativo del dispositivo en cuestión, pero a la luz de lo que parece haber devenido más corriente entre, si no la mayoría, buena parte de los usuarios, pongamos que fundamentalmente el denominado lenguaje C.

El navegador en la parte de software, y los parámetros y materiales de conexión en la de hardware hacen que servidor y cliente se entiendan e intercambien información, aun con lenguajes de programación diferentes. Mención especial en el marco de todo esto merece el XML, lenguaje del que bien puede considerarse que el HTML deriva. Digamos que el HTML, para que se nos muestre en su vertiente intuitiva, sólo o casi sólo nos permite usar navegadores, aunque no estemos conectados en lo que a la mencionada parte del hardware concierne; el XML, por su lado, lo que nos permite es transportar información entre múltiples programas en local y sitios de Internet, siempre que por supuesto tales programas y sitios de destino estén debidamente configurados para ello.

La mayor versatilidad del XML respecto al HTML hace comparativamente del primero un método de elaboración, intercambio y conservación de información multimedia con muchísimas fórmulas para el paso de segundo a primer plano digital, esto es del XML en sí o código fuente al formato intuitivo con el que sueles manejar cualquier archivo informático y sistema operativo. Buena muestra es, en este sentido, el XML de que la informática requiere una ágil gestión de lo complejo.

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Computadoras colectivas

En el esquema abierto de servidor y clientes es muy fácil para prácticamente todo el mundo en su condición de usuario comprender qué es justo la parte que corresponde a los clientes, en definitiva los usuarios. El servidor, en cambio, pese a que es lo que al fin y al cabo, y habitualmente a través del navegador, está enfrente del usuario o cliente parece ser, seguramente por su condición un tanto inalcanzable al usuario común, un tipo de nodo más complicado de asimilar.

Si bien hoy con la IoT cualquier dispositivo digital se conecta a un servidor, me parece que para entender claramente por oposición lo que un servidor es nos resulta idóneo recurrir a la típica denominación del ordenador personal o PC. Hasta tal punto es más comprendido, en general, qué es el cliente o usuario y no el servidor, que si de entrada planteamos, por esa oposición, la expresión ordenador colectivo, tendríamos con bastante probabilidad tendencia a imaginar un PC, un tipo de ordenador pensado como cliente, al que varias personas se turnan para utilizarlo; sin embargo, se me revela como un buen modo, si no el mejor, de concebir lo que los servidores son. Son computadoras colectivas en las que, en cambio, no se accede por turnos; al contrario, permiten y es lo que las distingue, acceso abierto simultáneo.

Cuando navegas por diferentes sitios de Internet, no estás haciendo sino ir saltando de un servidor a otro. Y claro, al tiempo que lo estás haciendo tú, cualquier otro cliente, desde cualquier parte del mundo, puede a su vez estar accediendo a cualquiera de esos servidores por los que estás navegando: de ahí que son ordenadores colectivos, por oposición a los ordenadores personales, o cualquier dispositivo de uso individual.

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El esquema abierto de servidor y clientes

Las intranets pueden llegar a funcionar de modo tan distinto al habitual de Internet que puede que no respondan a la diferenciación entre servidor y clientes. Técnica y estrictamente, tan sólo con que un par de computadoras estén interconectadas entre sí, puede considerarse que conforman una intranet, lo cual ahora en el marco de lo que ya es IoT es extrapolable a un par de dispositivos casi de cualquier clase.

Con la generalización del uso de los servicios que importantes tecnológicas ofrecen en ofimática y teleofimática en particular y en cualquier área telemática en general, parece que va dejando de ser práctico el funcionamiento por intranet, ya sea asimismo un funcionamiento tipo servidor y clientes, ya sea tipo entre pares. Es una cuestión que, en definitiva, nos deriva al asunto de la custodia. Ya que la información digital no deja de ser al fin y al cabo tan fácil de hacer y útil como suprimible, en caso de que nos propongamos organizarnos con una intranet, o nos aseguramos de que nuestra particular infraestructura sea fiable, o correremos mucho riesgo de que se produzcan incidencias que puedan derivar en pérdida de la información.

Si, en vez de que Internet ofreciese su característico conjunto de protocolos basado en el esquema abierto de servidor y clientes, consistiese en una serie de intranets, con el aislamiento que esto conllevaría entre unas y otras, más que ante una red de redes, estarías ante muchas nubes que, por tal aislamiento, tendrían tendencia a desarrollar métodos telemáticos limitados a cada respectiva intranet. Una nula evolución, pues, respecto a lo que tuvo que ser antes del ciberespacio actual.

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Las subredes

Resulta concebible cada weblog como nodo dentro de todo el conjunto prácticamente ilimitado que como nube o red la blogosfera representa. Donde mejor se aprecia esto es justo en redes sociales o microblogs, pues la, por una parte, menor customización que en comparación a blogs al uso o macroblogs suelen ofrecer hace que, por otra, una consiguiente mayor homogeneización facilite la asimilación de la idea de red.

La blogosfera deviene, así pues, una subred en el marco de la red, pero a su vez también subred, que sería la WWW. En el resto del ciberespacio, existen o pueden existir diferentes clases de sitios hipertextuales conviviendo con la WWW, o simplemente la Web. Ya que, además, en Internet coexisten o pueden coexistir otros protocolos con el HTTP o HTTPS, tanto los hipertextos como tales otros protocolos constituyen respectivamente y asimismo subredes en el interior de la gran red, que ya no subred, que es Internet en su conjunto. Esto sería una manera de escalonar de subred en subred lo que la red de redes es a día de hoy, pero también podríamos considerar escalonarla según las subredes entendidas como intranets en vez de como protocolos.

Muy poco efectivo es, no obstante, el escalonamiento de Internet por subredes entendidas como intranets porque debieras entender entonces que cada intranet corresponde a determinado conjunto de servidor y usuarios, lo cual a nivel global es a la práctica, más bien, imposible de delimitar de manera simple, precisa y estable. Reservemos, pues, el concepto de intranet a su más eminente significado como conjunto de servidor y usuarios que específica y confidencialmente deciden organizarse así.

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Nube nodal

Para completar del todo el concepto de nube para referirse a Internet, cabría añadir o sobreentender el adjetivo nodal, pues aunque, al expresar el término nube, éste sea considerado el idóneo para casar con la idea de elementos aislados o en conjunto, es conveniente agregar a esa idea la de interconexión, asimismo indisociable de la red de redes. El solo concepto de nube puede denotar fácilmente que, por más en conjunto que justo las nubes estén, se mantengan desconectadas unas de otras.

De toda nube, o red, telemática, la interconectividad potencial o efectiva es lo que justifica que la idea de nube por sí misma no sea suficiente, pese a su idoneidad descriptiva a nivel cronológico. No tiene que dejar de estar, por tanto y nunca mejor dicho, ligada o vinculada a la idea de red, de tal guisa, en definitiva, que tanto si es una nube en particular o la nube en general se trata de un conjunto de nubes o, de nuevo, redes que constituyen los nodos en esa nube o red. Cualquier nube telemática no es sino definible como nube nodal aunque, en la actualidad y desde que Internet es la clase de nube que hoy conocemos, justo Internet en su totalidad sería la única nube nodal que, por constituir el nivel máximo en que se incluyen propiamente todas las otras nubes o redes, no sería nodo a su vez.

Cuando te refieras directamente al concepto red, éste sí incluye de por sí la idea de nodal, por lo que al tratar de red, si bien puede que te interese acompañar tal sustantivo del adjetivo que haga referencia a su condición telemática, y así diferenciarla de otras clases de redes, no procede que hagas lo mismo con su condición de nodal. Red, o nube, telemática tiene sentido, igual que nube nodal, pero no red nodal porque toda red, telemática o no, lo es.

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Internet es revolucionaria, ¿pero por qué?

Nadie alberga la menor duda de que, máxime a estas alturas, Internet es revolucionaria, ¿pero por qué? La respuesta cabe buscarse en que, tal y como parece que hay un cierto consenso, la transformación que desde cualquier ámbito pueda producirse será respectivamente revolucionaria o no dependiendo de si abarca todos o casi todos los ámbitos sociales, o bien, sólo algunos o muy pocos.

Pese a que, por diferentes formas que la brecha digital adquiere, a la práctica queda mucho para que Internet esté plenamente democratizada en todas las sociedades del mundo, consideremos a efectos convencionales que Internet, en efecto, ha pasado a condicionar convenientemente todos los ámbitos sociales en un ejemplo de que lo revolucionario, si nos atendemos al consenso referido, no tiene por qué conllevar necesariamente acción por la fuerza, ni sustitución de unas clases sociales por otras, incluso habiendo sido Internet concebida, en su etapa como Arpanet, desde precisamente el ámbito militar. Ha quedado, de hecho, patente que tras eclosionar como propiamente Internet, la red de redes pasó justo a emplearse a fondo por parte del sector privado y por movimientos sociales.

Hasta entre sectores de las consideradas sociedades avanzadas y en las que antes ha empezado a desarrollarse Internet encontrarás que la brecha digital es todavía una realidad firme que lamentablemente frena el acceso de toda la población a las amplísimas ventajas de la nube en esta forma que el ciberespacio implica. Si a nivel global se acuerda, desde lo público y lo privado, lo conveniente para emprender al respecto fórmulas económicas, educativas y políticas, tal brecha desaparecerá más pronto que tarde.

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La parte más dinámica de la WWW

Tanto el conjunto de weblogs al uso como el de redes sociales o microblogs conforman las redes por antonomasia que dentro de Internet estaban y siguen estando destinadas a dar respuesta ante una demanda de interactividad comunicacional creciente e inaplazable entre el público general. Además se trata de una interactividad uni y bidireccional de potencial y necesidad globales.

Es definible la blogosfera en su conjunto como la parte más dinámica de la WWW por consistir justo en un estilo de webs que tienen en su esencia la actualización de los contenidos, sin perjuicio de que por descontado hayan o puedan haber, tal y como aquí hemos contemplado, weblogs estáticos. Para comprender el significado de la inaplazable interactividad a la que, de hecho, la blogosfera es lo que mejor la vehicula cabe tan sólo remitirnos a la comprobada tradición que a lo largo de la historia ha habido entre el común de la gente respecto a plasmar, y a menudo también transmitir, su propia cotidianeidad, lo cual queda reflejado muy en particular en lo que son los tradicionales diarios personales escritos a mano, eslabones destacados e inmediatos de lo analógico que encuentran en los blogs el relevo.

Lo estático en Internet puede resultar más que conveniente dependiendo de la clase de proyecto que emprendas, pero suele denotar abandono, poca dedicación y, en última instancia, recelo en cuanto a si en verdad se trata de una iniciativa activa y fiable. Por ello conviene que concibas una estrategia de actualización de contenidos en tu presencia en red; y mejor todavía si adoptas una clara actualización periódica y rigurosa, no una esporádica e improvisada.

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Redes telemáticas previas a Internet

Por curioso que de entrada pueda parecer, si de las varias denominaciones que Internet tiene tuviera que haber una aplicable igual a la etapa precedente a lo que es con propiedad Internet, ésa me parece que sería justo la más reciente de tales denominaciones: la nube. La idea de nube como algo que puede ser tanto un elemento aislado como en compañía de otros elementos parejos casa muy bien con la Internet actual a la vez que con lo que la antecedió.

Ya que Internet tuvo que surgir de la interconexión de varias redes previas que funcionaban casi o del todo bajo la forma de intranets, bien podemos considerar que cada una de tales redes telemáticas previas a Internet eran, por un lado, nubes aisladas, y por otro, lo que tomándolas todas en consideración podríamos denominar, en su conjunto, la nube, de modo similar a lo que hacemos actualmente. Nos va bien, a efectos prácticos y de claridad, que dispongamos de una denominación para Internet que nos valga, cuando nos interese, para referirnos por igual a la red de redes antes y después del hito que supuso lo que propiamente fue su eclosión como tal red de redes, o ciberespacio, accesible a todo el mundo.

Va a ser, pues, cuestión del contexto al que te refieras al mencionar en tales términos la nube, que te refieras a la nube como Internet o como una, varias o el total de las redes que precedieron a Internet. Esto no sólo incluye, sino que en particular afecta a Arpanet: la que, entre aquellas redes previas a la red de redes, destacó como su antecesora más directa y eminente.

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Lo multimedia y la nube

Según va habiendo tendencia a hacer toda acción informática en la nube, esto es en definitiva pasar de la ofimática, e incluso la teleofimática, a la IoT, va afianzándose una manera plenamente telemática de elaborar y difundir aquello que sea multimedia. Hasta el punto de terminar abarcando los propios entornos multimedia que los sistemas operativos representan seguirá con total probabilidad tal tendencia progresando.

A la espera de que eclosionase Internet en general y la WWW en particular, los entornos ofimáticos eran los únicos entornos digitales verdaderamente multimedia que el público general tenía a su alcance, lo que no deja de ser un importante paso en lo que respecta a popularizar la, tanto entonces como ahora, tan imprescindible informática. La red de redes ha favorecido afortunadamente que el uso generalizado de lo multimedia y la nube mejore sobremanera, y se combinen una y otra cada vez más a fin de agilizar procesos, optimizar la custodia de productos e información de todo tipo y generar menos residuos, contaminando, pues, menos. Potenciar la transformación digital en esta línea ya bastante marcada supone, por lo tanto, múltiples ventajas a las que se le debiera sumar la reducción de la brecha digital.

En caso de que la a menudo denominada transformación digital no vaya unida a la reducción de la brecha asimismo digital, poco aprovechado estará el completo potencial de la tecnología que con la informática puedes, y debes, desarrollar. Con Internet, una infraestructura que como prácticamente ninguna antes en la historia es tan ubicua y de uso abierto e instantáneo, hay oportunidad de que, y sobre todo con lo multimedia en la nube y gracias a poca o ninguna brecha digital, se dé una buenísima convivencia entre civilizaciones.

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Desfragmentar el disco duro

Alguna que otra experiencia que ya parece que hay de sistemas operativos en la nube, así como la opción de disponer de un dispositivo sin sistema operativo preinstalado, se diferencian de lo que aquí se plantea. En el primer caso, no parece que esto vaya, por lo menos de momento, dirigido a la gran comunidad de usuarios y, en el segundo aunque de hecho parece que también en el primero, un sistema operativo debe terminar estando instalado de todos modos en local.

Todo sistema operativo por completo en la nube, en los términos desde aquí propuestos, quiere significar un decidido vuelco en cuanto a cualquier necesidad de un sistema operativo local, sea instalado previa o posteriormente a la adquisición del hardware: un hardware que así se abarataría, con la consiguiente posibilidad de democratizar todavía más el acceso a la informática, y no sólo ya por la simple ausencia del software preinstalado que el típico sistema operativo supone, sino porque el mismo hardware podría incluso prescindir del todo de una pieza hasta ahora muy relevante como es el disco duro o un componente similar. Tal vez, esta clase de unidad de almacenaje pasaría a ser sólo una recomendación si, en particular, queremos descargarnos el sistema operativo telemático en cuestión.

Si bien, en a lo menos según qué dispositivos, los componentes tipo discos duros y similares pueden prescindir precisamente de la clásica rutina de desfragmentar el disco duro, te resultaría definitivamente inexistente tal rutina en un sistema operativo en la nube tal y como aquí se contempla. Quedaría, en todo caso, bajo la responsabilidad del proveedor la garantía de operar siempre con un sistema operativo instalado, en remoto, en una unidad desfragmentada convenientemente.

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Una cuestión de proceder pedagógico

En un primer estadio, de hecho, de la popularización de Internet, puede considerarse que el ámbito educativo fue casi, si no del todo, el único desde el que se producía la alfabetización digital. Justo al haber avanzado ya de la teleofimática a la IoT, prácticamente en cualquier sitio y con cualquier clase de dispositivo se puede adquirir cierta alfabetización digital por poca que sea.

A través de computadoras más o menos típicas de sobremesa o portátiles, o de lo encuadrable ya bajo el concepto tableta, nos continuará suponiendo la alfabetización digital, no obstante y con total probabilidad, mucho más sencilla y enriquecedora de aprender que a través de cualquier otra clase de dispositivo, aun siendo uno plenamente digital y enmarcado en la IoT. Se trata de una cuestión de proceder pedagógico desde lo general a lo especializado, pues en efecto un típico ordenador o una tableta o similar están pensados como aparatos de mucha versatilidad y, por tanto, lo que justo en términos informáticos se suele denominar multitarea, por lo que son herramientas asimismo muy indicadas para el propio aprendizaje de informática.

Cierto que la alfabetización digital puede ir, igual que cualquier metodología didáctica, también de lo especializado a lo genérico, y de hecho quedarse en lo especializado si así ya le resulta supuestamente suficiente a alguien. La propia ofimática podría ser considerada un ámbito especializado, pero en pro del vasto alcance que de la IoT se da y se prevé que se siga dando, el aprendizaje, en este caso la alfabetización digital, merece ir de lo general a lo especializado.

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El analfabetismo digital

La brecha digital tiene su expresión más extrema en lo calificable de analfabetismo digital: un analfabetismo que no es tanto una incapacidad propiamente de leer y escribir, sino de manejarse mínimamente con dispositivo digital alguno aun tratándose de uno de los más sencillos. Afortunadamente, la adaptación que por lo común hay en lo educativo respecto a lo informático garantiza una alfabetización digital mínima, pero sólo se trata de un primer, aunque valioso, paso.

Resulta curioso, en efecto, aunque haciendo por descontado un cierto ejercicio de exageración, cómo esta expresión de analfabetismo digital que tan peyorativa es, tal y como de hecho debe serlo, sería aplicable a toda persona, desde la propiamente analfabeta hasta la intelectual, que haya pertenecido a cualquier época previa a la eclosión de la informática; con tal perspectiva tan llevada al límite, el ser humano sería, pues, definible como analfabeto digital a lo largo de prácticamente toda la historia de la humanidad. Pero, en fin, por respeto y sentido práctico, dejemos de considerar con propiedad analfabetos digitales a quienes por puras razones históricas no pudieron usar la tecnología digital a causa de la simple inexistencia de la misma.

A la erradicación del analfabetismo convencional, respecto a lo que por sorprendente que pueda parecer hay todavía mucho por hacer a nivel mundial, cabe añadir la imperiosa lucha contra el analfabetismo digital entre las directrices políticas, educativas y económicas en cualquier lugar. Un mundo con una mayoría de la población en la que la alfabetización digital sea plena supone unas mayores probabilidades de un devenir próspero asegurado.

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Otros factores de la brecha digital

Al necesario y factible abaratamiento de los productos informáticos cabe añadir varias medidas más que contribuyan a incidir en otros factores de la brecha digital a fin de que ésta disminuya. En particular, los ligados al ámbito educativo representan los que, si no del todo, en buena parte conforman la totalidad de esos otros factores que para tal objetivo hay que abordar.

El plano digital intuitivo que tanto caracteriza a la informática desarrollada sobre todo a partir de la conjunción entre ofimática y telemática, esto es la teleofimática, permite de por sí sobremanera que la informática sea fácil de aprender a lo menos para funciones elementales. Pero que logremos erradicar la brecha digital está bastante condicionado además a que orientemos la educación hacia la integración de unas amplias nociones informáticas a transmitir desde los niveles educativos infantiles a los postobligatorios; de lo contrario, por más que abaratemos dispositivos y programas, no dispondremos de una ciudadanía que contemple lo informático más allá de como mucho una simple, fácil, y a veces peligrosa, diversión banal.

Con los factores económicos y educativos encarrilados a partir de lo planteado, pocos otros eventuales factores de la brecha digital habría que acometer, si bien, de haberlos, serían en cualquier caso los de índole política los que pudieran identificarse, aunque puedas, de hecho, incluirlos en el ámbito de las otras dos clases planteadas de factores. Una firme voluntad política de caminar hacia una ciudadanía digitalizada favorece unas perspectivas de futuro mucho mejores para el territorio en cuestión.

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Luchar contra la brecha digital

Un software preinstalado más simple, limitado a lo que prácticamente es un típico navegador, y por lo tanto un software y en conjunto un dispositivo más barato, favorecería que la informática terminase de generalizarse en un todavía muy conveniente mayor grado que en la actualidad en todos los rincones del mundo. Entonces, luchar contra la brecha digital conseguirá mejores cotas de éxito.

Son múltiples las variables y los ámbitos para medir la brecha digital, y cierto es que no sólo un abaratamiento de los dispositivos y programas ayuda a resolverla; pero, si al conseguir este aún mayor abaratamiento de la informática, hacemos que ésta sea asequible para un mucho mayor número de rentas en el conjunto del planeta, estaremos fomentando que las indudables mejoras inherentes a la era digital sean, tal y como es más que conveniente y hasta urgente, alcanzables por la mayoría de la población mundial. Además, un abaratamiento tal en costes informáticos coadyuva asimismo a que el alcance de la tecnología digital, y en particular lo telemático, se mantenga durante generaciones.

No es extraño que los parámetros propios de una economía de mercado de bastante o muy extremado acento capitalista tiendan a hacer que fabricantes y desarrolladores busquen o hayan buscado ofrecer, y justificar, dispositivos y programas caros o relativamente caros para ganar mucho por cada unidad de venta. Sin embargo, un abaratamiento de los productos para que, pese a perder en beneficio por unidad, se gane en beneficio de conjunto porque los productos llegarán a más gente, bien puede resultar más rentable y, de paso, de mejor incidencia social global.

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Cuadro de introducción de ruta

Sería un software mínimo que, en cualquier caso, no supondría demasiado coste y que perfectamente, en este sentido, podría ir a cargo del propio fabricante del hardware lo indispensable para justo vender el dispositivo del que se tratase, habiendo sistemas operativos telemáticos. Consistiendo tal software mínimo en un simple cuadro de introducción de ruta sería suficiente.

Mediante el cuadro de introducción de ruta podríamos, a modo de lo habitual con los buscadores de Internet o de las ventanas de sistemas operativos corrientes, acceder a ubicaciones telemáticas ya habituales como las de la blogosfera o toda la WWW, o bien acceder a sistemas operativos telemáticos a los que entrar con las pertinentes claves personalizadas; y si optamos por bajarnos copia de seguridad de uno o varios de los eventuales sistemas operativos que manejemos, podríamos asimismo acceder a tal copia, que sería como un sistema operativo común preinstalado. En esto consistiría, en definitiva, a la práctica la idea de que, con sistemas operativos por completo en la nube, sólo cabría estar preinstalada una suerte de lo que típicamente ha sido el navegador.

Por supuesto, cualquiera podría conformarse con la pura navegación por URLs habituales de Internet, como pueden ser los blogs y otras webs, prescindiendo de acceder, pues, a sistema operativo alguno. Si te resulta bastante con la sola y estricta navegación tradicional por protocolos de Internet como los que dan acceso a la WWW, el único gasto económico imprescindible que tu actividad informática te supondría abarcaría prácticamente sólo el hardware.

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Un sistema operativo telemático propio de la IoT

Bien puede que, de apostarse por sistemas operativos en la nube, se produzca, de hecho, decididamente una tendencia al retorno hacia la fórmula primigenia de hardware y software elaborados por la misma empresa. Una mayor variedad de empresas y marcas, no obstante, diferenciaría con toda probabilidad la nueva etapa de la que fue la inicial en informática.

La preferencia por orientar una empresa tecnológica sólo a hardware o sólo a software seguiría siendo perfectamente válida, sin embargo; y por supuesto cabe no dejar de lado que, estando como estamos ya en una etapa más allá de la ofimática y la teleofimática, tenemos que enmarcar todo esto en lo que la IoT implica. Accesibles por completo en la nube y a partir de una tecnología cada vez más multidispositivo, tendrán mayores perspectivas de éxito los sistemas operativos telemáticos más versátiles respecto a toda clase de apps y aparatos. Un sistema operativo tiene que trascender, pues, la sola y típica idea limitada a lo ofimático e ir, por tanto, a incluir lo que también con la domótica guarda relación.

Una ampliación de lo tradicionalmente teleofimático a la domótica, o teledomótica, es lo que dotará de suficiente condición versátil a un sistema operativo telemático propio de la IoT para ser algo más que una simple versión de un sistema operativo preinstalado. La ciberseguridad, por descontado, vuelve a imponer a tenor de esto su gran importancia para que el usuario aproveche lo mejor posible el conjunto de sus dispositivos.

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Desvinculación entre fabricantes y desarrolladores

Puesto que fabricantes y desarrolladores pueden, de hecho, ser la misma empresa o formar parte del mismo conglomerado empresarial, no cabría en tales casos que prácticamente haya que hacer negociación intensa alguna para mejorar conjuntamente beneficios mediante sistemas operativos ciberespaciales o telemáticos. Esto no afecta, sin embargo, a que en efecto se dé una desvinculación entre fabricantes y desarrolladores desde por lo menos una noción teórica.

Que el fabricante del dispositivo informático y el desarrollador del sistema operativo sean la misma marca o empresa no es, por cierto, nada extraño; al contrario, remontándonos a los auténticos orígenes de la informática, bien podemos percibir que fue lo primero que parece que se dio: se trata de lo que resultó particular en la etapa focalizada en lo que con propiedad es calificable de ofimática. La posterior fase correspondiente a lo que desde aquí denominamos teleofimática, esto es cuando a los dispositivos ofimáticos se le empezó a sumar una generalizada conectividad a Internet, no obstante se produjo bajo una estrategia de comercialización en que, en efecto, lo habitual fue que fabricante y desarrollador fuesen por separado pero, por eso mismo, debían llegar a acuerdos para la venta final de los ordenadores.

Desde la perspectiva expuesta, queda claro que la distinción entre fabricante y desarrollador, en el sentido de fabricante de dispositivos y desarrollador de sistema operativo, se corresponde con la distinción entre la elaboración del hardware y la del software. Bajo tal distinción y en virtud de la tradicional vinculación entre las partes, los dispositivos, desde cualquier ordenador a los más recientes móviles y tabletas, se han comercializado típicamente con sistema operativo local y preinstalado.

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Los sistemas operativos ciberespaciales

Ante la sujeción a la plena elección del usuario consumidor y la desvinculación respecto a los fabricantes, lejos de que los desarrolladores deban temer perder ganancias por desaparecer las ventas aseguradas propias de los sistemas operativos preinstalados, bien debieran prever justo una oportunidad para mayores beneficios. Tales beneficios vendrían a partir de que los sistemas operativos en competencia podrían tanto abaratarse también, como a su vez convivir en un mismo dispositivo.

Todo sistema operativo, al estar por completo en la nube, no tendría una copia en cada dispositivo desde el que se acceda al mismo, sino que lo tendríamos reflejado en pantalla pero estando por completo en el servidor del desarrollador; claro que cada usuario debiera configurar su acceso al sistema operativo mediante identificador y contraseña, al modo, de hecho, de lo que ya es habitual que podamos hacer con una sesión en un sistema operativo de ordenador común o de móvil y similares. Además de que no siendo copias en local, podrían los sistemas operativos ciberespaciales o telemáticos abaratarse en gran medida respecto a precisamente sus versiones locales, podríamos tener desde un mismo dispositivo, por esa misma condición telemática, acceso a diferentes sistemas operativos.

La desvinculación entre fabricantes y desarrolladores no tiene por qué evitar que, si se da el caso y el interés mutuo, cierto fabricante y desarrollador llegasen a acuerdos para ofrecer al usuario consumidor determinada ventaja económica si tal usuario opta por tal o cual combinación de dispositivo y sistema operativo. A raíz de esto, y de que, abaratándose el sistema operativo en sí, llegaría a más público consumidor, no debieran decrecer sino al contrario los beneficios económicos.

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El concepto de navegación en informática

No hay duda de que el concepto de navegación en informática se ha popularizado aplicándolo a la exploración del ciberespacio. Sin embargo, el navegador en por lo menos su forma de programa típico permite acceder no sólo a las rutas internáuticas, también a las rutas internas del propio ordenador, sin recurrir directamente a más ventana que la del navegador mismo: en cierto modo como mínimo, esto es también URL.

Permitiéndonos como puede permitirnos el navegador, o cierto tipo de navegador, el acceso a toda ubicación dentro de nuestro ordenador y la ejecución de sus programas, ¿qué costaría, ya puestos, y ya que el uso de la nube es mejor y creciente, hacer un sistema operativo por completo en la nube? Técnicamente, no demasiado, en principio. Esto abarataría sobremanera los propios dispositivos informáticos, tanto ordenadores como móviles, tabletas y demás, pues el consumidor debería pagar prácticamente sólo por el coste del aparato. El sistema operativo sería a elección y en todos los casos en la nube totalmente.

Resultaría de esta propuesta una muy probable mayor divergencia entre fabricantes de dispositivos y desarrolladores de sistemas operativos, que tanto unos como otros quedarían sujetos a las varias posibles combinaciones de elección por parte de cualquier usuario. En la actualidad, principalmente tal sujeción recae en los fabricantes, en cuyos dispositivos el desarrollador tiene realizada y asegurada la instalación del sistema operativo en cuestión, coincidan o no fabricante y desarrollador.

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