Cuando pensamos en el género manga y anime, somos incontables los que lo asimilamos en muy gran parte a Toriyama y su universo. Sin duda, para los acérrimos del cómic, entre los que me incluyo, la pérdida de este autor produce un tristísimo pesar.
En un momento en que todavía quedaba bastante para familiarizarnos con aquello a lo que hoy asimilamos tanto la nube, que sería la propia Internet, Akira Toriyama nos fascinó con personajes como Goku, aquel pequeño aprendiz de artes marciales que viajaba en una nube voladora y del que la serie fue siguiendo, en papel, televisión y cine, viéndolo crecer. El cómic y los dibujos animados no se entenderían sin este autor que también hizo que nos aficionásemos a meternos en el desconcertante mundo de Arale, la adorable niña robot.
Valgan las publicaciones de hoy en mis blogs como homenaje personal al recuerdo imborrable que el dibujante nos ha dejado a tantos. Lo considero un gran ejemplo de esa clase de maestros entre maestros de los cuales hay que aprender, especialmente si, por supuesto, te interesan los cómics.
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