Si bien transfieren igualmente datos digitales, el protocolo HTTP sirve más para hacerlo sin dejar de estar los datos en cuestión almacenados en el servidor al que accedemos, mientras que el FTP permitiría al usuario subir y bajarlos. La diferencia, en el fondo, no es tanta.
Por descontado, si sólo hubiese FTP y todo lo disponible en la blogosfera y en el resto de Internet fuese únicamente descargable para su consulta o modificación y, en su caso, se tuviese que volver a subir, la ágil navegabilidad telemática se resentiría. Ahora bien, cuando, en efecto, interesa enviar ficheros descargables, el FTP resulta, sin duda, idóneo.
Cabe ir con especial cuidado cuando recurrimos al protocolo de descarga de datos telemáticos porque pueden colarse archivos nocivos como los virus informáticos. Las precauciones esenciales de ciberseguridad son siempre, por lo tanto, de suma importancia.
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