Del uso de la informática, nos hemos acostumbrado a formatear como una acción para el manejo y mantenimiento de nuestros datos digitales y dispositivos. Nos puede servir para, adaptando convenientemente su habitual sentido, referirnos a la elaboración de los posts de un blog.
Para publicar adecuadamente un contenido en un blog al uso o, en cambio, en un blog de tipo red social convendrá a menudo prestar especial atención al formato digital del que partamos para subir el fichero o archivo de ese contenido de modo que la plataforma en cuestión lo procese. Tal formato se refleja en la extensión, esa terminación precedida de un punto, del fichero.
Así pues, formatear un contenido para bloguear consistiría en asegurarnos de que aquello que ponemos en un post sin que lo elaboremos directamente en ese mismo post proceda de un formato de extensión válida. Entre el conjunto de extensiones válidas que puede y suele haber, tendremos que procurar escoger la que quede, o alguna de las que queden, mejor al publicar el post.
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