Quedando patente la diferencia de hardware con la que la AR se caracteriza en comparación a la VR y MR, tenemos una forma bastante evidente de definirla por su tipo de inmersividad. La AR sería, pues, una inmersividad en pantalla por contraposición a los dispositivos que tanto VR como MR requieren directamente sobre la propia cara del usuario.
Las experiencias introspectivas y las envolventes, respectivamente las propias de pantallas más manejables por un solo usuario y las de pantallas de mayores dimensiones para su posible utilización grupal, son combinables entre sí. Por lo tanto, esa hibridación de experiencias comunicacionales entre introspectivas, envolventes y, ahora también, inmersivas que desde las pantallas la AR supone representa una interesante nueva añadidura a considerar.
A su vez, el hardware para VR y MR bien puede ser utilizado, si así se quiere, para contenidos no inmersivos. De ahí, que sirvan para experiencias posiblemente calificables como introspectivas o, asimismo, quizá en por lo menos cierto modo calificables como envolventes.
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