La amplia presencia de Internet en prácticamente cualquier ámbito de nuestras vidas hace que acertadamente concibamos tal circunstancia como una revolución tecnológica. Sin embargo, en otros términos, podríase plantear, más bien, como la formación de un ecosistema.
Poner o no el énfasis en la contundente intencionalidad para que aconteciera el despliegue de Internet puede servir para optar, respectivamente, por referirnos más al fenómeno como una innovadora revolución tecnológica o como un ecosistema virtual nuevo. Muy probablemente, tiene parte de una cosa y de la otra, pero si observamos más allá de las relativamente pocas décadas que Internet está entre nosotros tal como la conocemos, la idea de la formación paulatina como ecosistema cobraría mayor fuerza.
Concebir Internet como el recurso que puramente empezó a implementarse hace algunas décadas te conduce a una percepción, aparentemente por lo menos, más revolucionaria y disruptiva. Entender, en cambio, su eclosión como la del nuevo ecosistema virtual que es te lleva, con mayor acierto quizá, a valorar que su desarrollo se produjo desde hace bastante más tiempo.
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