A lo poco o nada recomendable que la asimetría resulta, añádasele la inconveniencia que, en particular para los contenidos en formato texto, supone tomar por costumbre generalizada la escritura abreviadista. Tal forma de redactar, que sin duda es cómoda y adecuada para el intercambio privado de información, cabe evitarse en proyectos de acceso público y abierto.
Nuestro proyecto bloguero difícilmente puede aspirar a incidir y fidelizar un público considerable si, por más abreviadismos comunes que usemos, empleamos recurrentemente estas fórmulas propias de lo que conocemos como mensajería instantánea. Salvo como recurso artístico puntual o para respetar la denominación escogida por según qué autoría para expresar algo, debiera un proyecto rechazar los abreviadismos y procurar ceñirse a la normativa del idioma en cuestión, especialmente si el único o más relevante formato del proyecto es justo el texto.
Puestos a usar abreviadismos, no obstante, y en particular si responden a alguno de los usos por los que sí podría convenir recurrir a ellos, aplícales asimismo el adecuado reflejo entre las diferentes plataformas en las que los muestres. Reflejar una misma expresión a base de abreviadismos diferentes en cada lugar no contribuye sino a denotar un grado mínimo o nulo de interés y dedicación.
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