¿Neojeroglíficos?

Por extrapolación de lo que a los abreviadismos concierne, los tan populares emoticonos y emojis deben reservarse a sus debidos usos en pro de no interferir en la correcta, ágil y, especialmente, pública y abierta comprensión de un texto escrito. Téngase esto en cuenta máxime si el texto es de cierta extensión o complejidad.

Los emoticonos o, si se prefiere, emojis, pese a su quizá aparente irrelevancia como fenómeno comunicativo serio, son una forma de expresión sumamente novedosa y hasta rompedora en el conjunto de la historia de la escritura. A su vez, implican una especie de retorno a lo que los caracteres prealfabéticos parece que representaban: algo que no debiera sorprendernos en exceso teniendo en cuenta que cada importante cambio histórico en general, y justo el mundo civilizacional en particular, se distingue por esa combinada condición futura y, al mismo tiempo, pasada.

A diferencia de los abreviadismos, que están muy condicionados por sus respectivos idiomas de origen para que los comprendas a la perfección, los emoticonos, o los emojis, tanto si se quiere englobar como diferenciar a los unos y los otros en mayor o menor grado, tienen el mérito de ser casi o totalmente de comprensión universal. Sea como fuere, ¿podrían hasta entenderse como una suerte de jeroglíficos posmodernos?, ¿neojeroglíficos?... Hay, como mínimo, suficientes analogías como para plantearlo.

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