Van dándose elementos y circunstancias que permiten como mínimo intuir que la era de la modernidad da paso a un contexto distinto y que es de alcance global. En la medida que tomemos conciencia de esta transformación, estaremos en mejor disposición de afrontar la nueva etapa de la mejor forma posible.
Si nos atendemos a que, en esencia, un cambio relevante de contexto, o de etapa, en la historia atiende, por un lado, a factores tecnológicos e infraestructurales y, por otro, a factores ideológicos y culturales, resulta observable con suficiente evidencia que estamos ante por lo menos una tendencia global hacia la posmodernidad. Los factores tecnológicos e infraestructurales son, con total probabilidad, los más fácilmente identificables por cualquiera porque basta con remitir simplemente a Internet.
Los elementos y circunstancias de carácter más eminentemente ideológico y cultural, por su mayor condición intangible, puede que bajo la percepción de la mayoría no parezcan tan evidentes, pero sólo es necesario fijarnos justo en el momento en que Internet aparece. Se trata del instante en que ideológica y culturalmente el mundo pasa de la división en bloques capitalista y comunista a una redefinición donde prevalecen los valores civilizacionales.
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