Sería de esperar que, tras la denominación como tal de un método, esto en efecto suponga que consiste en un método, cuando menos, mínimamente probado y efectivo. No obstante, la permanente aplicación y puesta en marcha del mismo será lo que siga validándolo.
Crear o hallar un método, y denominarlo, como pueda ser el caso del simétrico o de reflejo, representan condiciones necesarias pero no suficientes como para que el método en cuestión pueda seguir siéndolo. A partir de la continuidad de su constante puesta en práctica y, particularmente, con el control de su margen de error ratificaremos ese mismo método.
Los métodos, las reglas o las normas no sólo se confirman por sus excepciones, desajustes, imprecisiones o errores antes de conformarse como métodos mínimamente probados y efectivos. También y, de hecho, especialmente después, y de modo indefinido, su mantenimiento, solidez y conservación dentro de un razonable margen de error será clave.
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