Un pleno autocontrol textual y contextual

Aunque se haya logrado establecer y mantener incluso durante tiempo considerable un ritmo, o una periodicidad, de antepublicación y publicación en un blog o prácticamente cualquier otra clase de proyecto que en definitiva tenga por objeto dirigirse a algún público, la solidez en la rutina de todo el proceso desde la abstracción a la publicación no será plena de no haberse considerado aquello que en efecto pueda involuntariamente alterar tal solidez. La prevención a todos los niveles textuales y contextuales, en un sentido más allá de lo alfanumérico, se vuelve indispensable.

Por más solidez que hayamos conseguido dar a toda la rutina del proceso comunicativo dirigido a públicos, al darse, normalmente de origen externo, inusual o en todo caso con cierto grado de carácter inesperado, alteraciones indeseadas y amenazantes del debido cumplimiento de publicación se debe hacer lo posible por, aun no pudiendo evitar tales alteraciones, conseguir que repercutan lo mínimo, si es que no hay más remedio de que repercutan de algún modo, en la rutina de publicación desde precisamente la perspectiva de los públicos. A quien dirijamos lo comunicado en nuestro blog o canal similar no tiene por qué, salvo que por nuestra parte así deseemos manifestarlo abiertamente, llegar conocimiento ni otro efecto alguno de que nuestro ritmo interno, sea a título individual o grupal, haya podido estar, o haya estado de pleno, alterado. De aquí deriva la necesidad de disponer, en el máximo grado viable, de un pleno autocontrol textual y contextual a todos los niveles tanto directos como indirectos a cada momento que nos preparemos o estemos ya en disposición para publicar. Los factores textuales más directos a los que tener controlados son, en esencia, la propia buena disposición de uno mismo, o del grupo, a cumplir con el publicar y la correcta disposición de todo el instrumental necesario para que nuestra publicación se materialice; los factores contextuales también más directos serían los relativos al entorno, o los entornos, de prepublicación y publicación; respecto a los factores textuales más bien de tipo indirecto podemos identificar cualquier persona, objeto, grupo de personas o de objetos que, siéndonos aun relativamente próximos son propiamente ajenos a nuestro proyecto pero, por alguna razón, lo perturban, o pueden perturbarlo, en menor o mayor grado; y en cuanto a factores contextuales de clase más indirecta encontraríamos todo aquello fruto de procesos o acontecimientos de origen mínimamente distante, como una decisión política o fenómenos climáticos.

Las alteraciones de tu rutina bloguera, o hasta de otras clases similares e incluso si repercuten ante la recepción por parte de cualquiera que sea tu público, no tienen por qué ser inapropiadas siempre que sean realmente fruto de tu preferencia o, dado el caso de un proyecto grupal, la conveniente decisión tomada desde quien le corresponda. Sin embargo, sea o no deseada, toda alteración que afecte sustancialmente al ritmo, o periodicidad, que se percibe y se asume, o que quieras que se perciba y se asuma, por parte del público o los públicos conviene que la dotes de una explicación abierta y manifiesta que conduzca justamente al público o los públicos a comprender tal alteración ya sucedida o que vaya a suceder, según se trate respectivamente, y a lo menos por lo común, de una alteración indeseada o deseada.

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