En la medida en que cada formato multimedia es distinto, la hipertextualidad que subyace en cada uno es también distinta, si bien en base a un mismo hipertexto de tipo HTML en el caso de la Web. Por hipertextualidades, a su vez, cabría entender justo otras diferentes a la que el HTML da forma.
Cuando se trata en sí de hipertextualidades, estamos haciendo o debiéramos estar haciendo alusión a lo que puede entenderse como segundo plano digital, el plano del código fuente, sea de una web, sea de cualquier otro producto u objeto propiamente de software. Las hipertextualidades, por lo tanto, pueden ser telemáticas o no; y para el gran público, de hecho, hasta el paso de Arpanet a Internet, no lo fueron.
Ahora las hipertextualidades telemáticas y no telemáticas se hallan en una posibilidad de combinación ubicua y constante que permite al usuario consumir y crear contenidos de una forma que ninguna tecnología analógica habría podido conseguir. Esta forma de consumo y de creación es de mayor eficiencia y global.
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