The French Connection, el título de la oscarizada película del ya lamentablemente difunto William Friedkin, serviría como expresión que, debidamente reorientada y recontextualizada, haría alusión al trágico momento por el que atraviesa ahora mismo Níger. Abordemos esto con mayor detalle.
Las problemáticas no resueltas de Níger como excolonia de Francia parecen estar en el centro de la motivación con la que se pretende justificar el golpe de Estado por quienes lo han llevado a cabo. África, que constituiría un marco civilizacional en sí mismo, puede que en lo que a Níger se refiere, a tenor de las simpatías hacia Rusia por la parte golpista, termine por derivar en una especie de traslación del choque de civilizaciones que de facto entre Occidente y la órbita rusa está desarrollándose en Ucrania.
Una desestabilización tal de cualquier país de base democrática, por deficitaria y endeble que tal base fuese, no puede sino representar una verdadera pena para la comunidad internacional, especialmente cuando se trata de una desestabilización por un golpe militar. De nuevo, la diplomacia debiera ser la clave para lograr que la paz triunfe, en este caso, en Níger.
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