Igual que, particularmente en las sociedades occidentales, la información se define en, y circula por, el ciberespacio o lo hace cada vez más, ahí mismo se define y circula la desinformación. Esto nos deriva a recurrir a términos de cantidad y calidad.
La cantidad tanto de información como de desinformación que puede albergar Internet, la blogosfera inclusive, es técnicamente tan fácil y sencilla de crearse como colosal y rápida para difundirse. De ahí que la formación y familiarización con estándares de buena calidad informativa deban cobrar cada vez mayor importancia, especialmente en entornos virtuales telemáticos.
Si a la libertad de expresión que la red de redes permite no la acompañas de un consumo responsable de contenidos y de un espíritu crítico ante los mensajes que circulen, lamentablemente disociar ciberespacio y desinformación va a resultarte complicado. En este sentido, algunos buenos estándares cualitativos válidos para lo analógico pueden valer igualmente para lo digital.
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