Demasiada calma

No necesariamente las situaciones de demasiada calma son per se las idóneas para que lo que se bloguee salga lo mejor posible. Calma en demasía conduce a una extrema relajación que bien puede minimizar el grado de atención mínimamente necesario para apreciar en qué se falla para no lograr la corrección debida.

Aquello en que, sin embargo, podamos errar por manifiestos problemas técnicos o por emociones acostumbra a resultar más justificable, cuando menos a título particular de autoría, por lo que errar habiendo tenido calma puede terminar por conllevar mayor perplejidad en la autoría misma. Las circunstancias de demasiada calma, pues, nos exigen autoimpulsarnos cierto sentido de alerta a fin de evitar llegar al punto en que tal perplejidad se pueda producir.

Hasta sin producirse en el público perplejidad alguna porque no le parezca de hecho que haya error, merece tu grado de atención, si no alerta, que lo procures mantener activo con intensidad suficiente porque puede que, de lo contrario, fácilmente produzcas en algún que otro momento algo más que una simple imprecisión. Entonces hasta el público apreciaría que no debiera ser aceptable lo que publiques, y esto sería lo grave.

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