El original y la copia

Que en lo digital telemático se conciba que lo publicado es o puede ser copia sería lo propio de quien le parezca que cabe atribuir la calificación de original a lo que, en su caso, sea un archivo elaborado y después subido. El inconveniente que entre el original y la copia esto supone es que, si bien la existencia de un archivo subido puede a veces intuirse con bastante facilidad de acierto, cualquier público no podría siempre tener así la certeza absoluta de si decididamente definir o no lo ciberpublicado como original.

Algunas piezas ciberpublicadas, y quizá sean la mayoría, parten en efecto de un archivo informático que se sube pero también es cierto que las propias capacidades telemáticas permiten hacer, y cada vez más, ciertas elaboraciones directamente desde la misma nube y publicarlas al instante, sin que por tanto haya un original en un sentido más tradicional. Ya que el público no tiene por qué saber si una determinada publicación parte o no de un archivo subido que pueda considerarse el original auténtico, nos parece que aunque sea a simples efectos prácticos y convencionales merece considerarse que lo ciberpublicado es, por defecto, un original en sí mismo y, en comparación a lo que sería lo equivalente a las copias características de la era eminentemente analógica e incluso de una primera etapa digital, sería copia lo que el público se quede a partir de tal original a modo plenamente bajo demanda. Aun habiendo la posibilidad de que desde la autoría de lo ciberpublicado se especifique, y se dé fe de, que ha habido o no un archivo previo a partir del cual, al subirlo, se ha hecho la publicación, nos parece que sigue siendo apropiado considerar original lo accesible vía telemática abierta.

De considerar por defecto lo ciberpublicado lo original, te ahorras, navegando por la blogosfera o por toda Internet, el tener que estar en la duda permanente de si en verdad estás siendo preciso al considerar o no original algo de lo que encuentres en el formato que sea. Si lo hay, un archivo informático, y hasta dado como mínimo según qué caso una versión física, a partir de lo cual se ciberpublique algo, debiera pasar a considerarse no el original auténtico, sino más bien, la versión preliminar o incluso sencillamente el borrador o esbozo de lo finalmente ciberpublicado.

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