Con la informática precibernáutica o pretelemática se habría logrado, al no haberse evolucionado hacia Internet, a lo sumo un grado de ubicuidad quizá bastante próximo al que con el ciberespacio es factible. Más bien, resultaría ese grado de ubicuidad algo así como una importante mejora respecto a lo puramente analógico, pero se seguiría dependiendo mucho de lugares fijos.
La realización de tareas en trayectos distaría sobremanera de lo que con el tan accesible ciberespacio actual podemos llevar a cabo, pues continuaría dependiendo todo de aquello que quisiésemos y pudiésemos albergar en la memoria interna de nuestros dispositivos individuales. Al no conectarnos a lo que bien podemos denominar ordenadores colectivos, que son los servidores, nos limitamos a aquello que nuestros ordenadores personales, no limitando aquí el concepto de ordenador personal al en efecto PC típico, sean capaces de ofrecernos.
Como punto álgido de la informática pretelemática y, por lo tanto, justo antes de la eclosión de Internet puedes identificar la etapa propiamente ofimática. Tras ella, la ofimática deviene lo que sería la teleofimática, con sus múltiples servicios virtuales gratuitos que sin duda contrarrestaron la piratería informática que a base de unidades de almacenaje físicas se solía producir.
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