La red de redes a menudo resulta calificada como algo que ha transformado las ideas, concepciones y comportamientos en la sociedad. Sin dejar de entrañar esto cierta verdad, bien puede remitir a la duda de si en las transformaciones sociales van antes las ideas o las herramientas, lo conceptual o lo infraestructural: ¿cuál es, en este sentido, el caso de Internet?
Desde las tecnologías y construcciones más primitivas y rudimentarias, y aunque respecto a ellas puede que cueste admitir que derivaron propiamente de ideas, es de suponer, en efecto, que siempre o casi siempre las ideas anteceden a las herramientas e infraestructuras o, por lo tanto y en otras palabras: herramientas e infraestructuras surgen de sus respectivas conceptualizaciones y no a la inversa. Sólo si lo que usemos como herramienta o infraestructura se forma por una casualidad surgida de la naturaleza, pudiérase determinar que antecedió a la idea; y por esa gran complejidad que define a la red de redes, quizá la mayor de las complejidades creadas por la humanidad, queda claro que esta colosal herramienta e infraestructura no responde a formación alguna por casualidad.
Ya que Internet eclosionó y se generalizó tan súbitamente, es fácil que dé esa falsa sensación de anteceder a ideas y a conceptos que hoy tenemos asimilados a causa de esta misma gran herramienta e infraestructura. Hay, no obstante, una dilatada etapa de concepción y desarrollo de la red de redes que, si la consideras en lo máximo a lo que podría remontarse, todavía igualaría o incluso superaría la etapa en la que Internet ha sido y es tal y como actualmente se la conoce.
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