Forjando la concordia global

Puede que Occidente no haya contribuido, en muchos aspectos, a ganarse mantener el rol dirigente, o centinela, que a escala planetaria se le presupone. Sin embargo, querer asaltar a base de violencia y barbarie esa misma condición como pretende hacer Rusia es del todo inadmisible y en absoluto conduce a una mejor convivencia entre civilizaciones.

En pro de ir forjando la concordia global que ha de permitirnos mitigar y evitar conflictos como especialmente los de línea de fractura, cierto es que la posición occidental que supuestamente capitanea al mundo merece replantearse para situarse en mayor pie de igualdad respecto a otros marcos civilizacionales, máxime ante la pujanza de los conocidos como países emergentes. La auténtica reconfiguración del orden mundial debiera acometerse bajo la seria consideración de tal planteamiento.

¿Qué hacer, por lo tanto, para mitigar y evitar conflictos tan particularmente peligrosos en ese sentido como son los de línea de fractura? La fuerte y decidida apuesta por el diálogo intercultural a todos los niveles e instancias sociales y políticas aportaría, cuando menos, una sólida base de la que partir para que la paz, o como mínimo cierta concordia global, pase a definir estos tiempos ya posmodernos, o prácticamente posmodernos, y el devenir al mayor largo plazo posible.

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