Del elemento al fundamento

Los fundamentos de cualquier iniciativa que se emprenda no dejan de ser al fin y al cabo unos elementos a los que se les ha considerado especiales de tal guisa que, aun siendo en un primer momento originales del todo, su función debe ser la de acabar por hacer de sustento contextual para todo lo original que de manera puramente textual se vaya incorporando en lo que al público del que se trate se ofrezca. Elegir pertinentemente qué elementos pasarán a ser fundamentos es lo propio de ciclos preliminares.

Tanto los fundamentos de diseño y de temática como los de expresión emanan del procedimiento selectivo que en todo proyecto, sea blog o de otra clase similar, debemos hacer antes del primer ciclo propiamente primerizo y ya de carácter plenamente público. La selección por la que pasamos del elemento al fundamento puede, y de hecho incluso debe, requerir que hagamos varios esbozos y ensayos hasta que tengamos claro que hemos perfilado mínimamente bien una idea que provenga de lo que hayamos interpretado que será de incidencia positiva para algún público. Hasta que lleguemos a una consolidación plena en la trayectoria de la iniciativa, no obstante, con toda probabilidad los fundamentos no los tendremos pese a todo en condición de total consistencia, así que cabe en cualquier caso no demorar en exceso la puesta en marcha de la iniciativa de la que se trate, pues en parte a los fundamentos sólo acabaremos de darles forma completa a partir de que tengamos la responsabilidad de estar de cara al público y mediante la interactividad bidireccional que empecemos a generar.

En el marco de tu proyecto, para que un fundamento deje de ser en sí mismo un elemento cualquiera debes proceder en definitiva en dos fases a caballo entre la etapa preparatoria y el primer ciclo propiamente primerizo. Una vez estés, dentro del primer ciclo incipiente, de cara al público y tus fundamentos se encuentren definidos, debe ser tu cometido que a cada actualización se adapte a los fundamentos cualquier elemento nuevo sin que tal elemento pierda originalidad propia, evitando así monotonía.

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