Desde el momento en que una iniciativa, en particular un proyecto dinámico dirigido a públicos, se contempla para una trayectoria de largo plazo, cabe asumir que aun por más buena síntesis, en el sentido de buena elaboración, que a cada actualización se haga no siempre la incidencia en el público o los públicos será igual de positiva ni mucho menos siempre creciente en obtención de, en concreto, interactividad bidireccional. Este tipo de interactividad, de hecho, es fluctuante por naturaleza.
A diferencia de la interactividad unidireccional, que es la que en esencia se da por parte de seres conscientes como los humanos hacia los objetos, incluidos los de alta tecnología, no es ni en verdad conviene que sea tan predecible la interactividad bidireccional, la que se produce entre seres conscientes y mediante la que puede haber, por lo menos potencialmente, un intercambio de roles entre emisor y receptor. Si bien a la práctica, con la tecnología blóguer en especial y la tecnología telemática en general, casi si no del todo se confunden interactividad uni y bidireccional, pues al hacer en un blog una simple compartición se ejecutan ambas clases de interactividad simultáneamente, la unidireccional siempre responderá con la lógica algorítmica según la que esté programada, mientras que la bidireccional, tanto por parte del emisor para decidir si procede a mediante interactividad unidireccional hacer interactividad bidireccional como por parte del receptor para decidir qué eventual respuesta dar, es fluctuante porque, ni siquiera en quien haya seguido una cierta costumbre de interactuar bidireccionalmente de un determinado modo, hay plena certeza de que mantendrá indefinidamente tal costumbre. Al hacer referencia a la interactividad fluctuante, sólo puede tratarse, por tanto, de interactividad bidireccional.
Lo más fluctuante que puedes llegar a encontrar en cuanto a interactividad unidireccional es la que se le programe a cierto artilugio para que de tal guisa se comporte. Siempre habrá, no obstante, por poca que sea una previsibilidad, aun por el sólo hecho de que haya un objetivo prefijado y que tal artilugio no puede eludir por más que para su consecución no puedan preverse a lo menos ciertos de los procedimientos por los que el artilugio realizará su cometido.
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