En su paso del fundamento al elemento el peso de la originalidad efectiva experimenta una reorientación que no deriva sino en una concentración de lo original efectivo en partes específicas del blog u otro tipo de iniciativa, partes específicas que de hecho son las que ya en las fases preparatorias del proyecto debieran haberse concebido a tal efecto. Sin unos elementos concretos que concentren lo que se va actualizando, no habrá de lo original un pertinente fluir.
Originalidad efectiva y estructura asentada tienen que acabar estando en una acertada combinación para que la madurez de nuestro proyecto sea de un cierto carácter apreciable. No hay originalidad constante de ninguna clase de texto, entendiéndolo más allá de lo alfanumérico, que no vaya sustentada por unas bases contextuales sólidas, de modo que, de cada texto que concibamos, la originalidad por sí sola poco hará si no va acompañada de un contexto que, sea también original o ya consolidado, le proporcione el marco adecuado para crear incidencia positiva, en el sentido de incidencia efectiva, en el público del que se trate. En cualquier caso, el paso del contexto al texto, y más en concreto, del fundamento al elemento, es lo que toda originalidad, y en particular originalidad efectiva, debe terminar por experimentar y así el conveniente efecto sorpresa tiene que acabar concentrándose en cada nueva actualización textual y dejar de caracterizar el contexto que a partir de los fundamentos establecidos hayamos elaborado.
Cuando la originalidad efectiva no está sino concentrada en los elementos específicos de tu blog, y por extensión de cualquier clase de iniciativa que emprendas, tiene sin embargo que procurar estar debidamente acorde con los fundamentos para no crear distorsión ante el público que sea. Todo supuesto fundamento que así como así vayas alterando no será en verdad un fundamento, sino que en todo caso representará otro elemento que esté, en este sentido, sujeto a lo permanentemente original.
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