Un tema posicional de las manos

Al poder considerarse que el teclado común, o sea el físico con el que teclear con todos los dedos de las manos, es fácilmente configurable en por lo menos ciertos parámetros de los otros teclados más especializados, resulta tal teclado físico y común de mayor carácter esencial en comparación a esos otros teclados incluso en quien tenga intencionalidad de especialización. En cuanto al lápiz inteligente, es de por sí tan diferente al ratón informático que no parecen en absoluto equivalentes.

Entre teclados comunes y especializados, incluso si queremos incluir en ambos casos lo que serían teclados virtuales, hay suficiente afinidad por lo menos entre el común y el especializado audiovisual como para que un buen desarrollo de las capacidades de uno mismo puedan llevarse a cabo sólo con el teclado común, si bien conviniendo tener configuradas adecuadamente ciertas teclas a los parámetros especializados pertinentes; en cualquiera de los casos, contemplando hasta el teclado musical tipo piano, el teclado no deja de fundamentarse en estos casos en el empleo de todos los dedos de las manos. Comparando ratón informático y lápiz inteligente hay un salto cualitativo remarcable en el hecho de que la mano, que en ambos casos debe asir el objeto con el que trazar o hacer una función similar de movimiento, ejerce la fuerza esencialmente en horizontal en el primer caso y en vertical en el segundo, ya de entrada en base a lo que se deriva precisamente de la forma de cada uno de estos utensilios; además, el ratón no está diseñado para tener contacto directo con la pantalla, mientras que el lápiz sí.

La diferenciación que te permite concluir que entre varios tipos de teclado sólo uno, el común, es imprescindible mientras que entre ratón informático y lápiz inteligente no vale escoger entre uno u otro sino que ambos resultan básicos, proviene de un tema posicional de las manos al fin y al cabo. Aunque a mayor grado de especialización convenga el teclado específico que sea, el teclado común no deja de garantizar casi las mismas posibilidades porque, aun con la debida configuración específica de teclas, no deja de constituir el mismo esquema posicional de las manos y los dedos; pero entre ratón y lápiz, el cambio, en este caso de esquema posicional de una única mano y sus dedos, es muy profundo.

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