La necesaria progresión humana hacia la intelectualidad pero que en su caso no contemple cierta regresión buena, o sea, hacia lo primario pero del carácter más empático e inofensivo, no derivará con toda probabilidad sino en una personalidad adulta deshumanizada, sea de una esencia menos o más cruel. Puesto que preservar lo mejor de la niñez es una manera de progresar, alguien que olvida la parte buena del niño que fue puede fácilmente devenir un adulto bastante o muy infeliz.
Cuando se valora que cada vez las todavía por muchos denominadas nuevas tecnologías se emplean a edad más temprana, es casi inevitable toparnos con las consideraciones de que hay que ir con precaución ante el peligro de lo que los niños encuentren navegando por el ciberespacio, incluida por supuesto la blogosfera, y de que es cuestionable que un niño pueda tener el suficiente cuidado respecto a discernir lo que es o no conveniente de publicar. Siendo consideraciones todas ellas muy pertinentes de evaluar y en todos los casos conviniendo no caer en alarmismos ni sobreproteccionismos, cabe tener en cuenta que el tan accesible y abierto ámbito de los blogs y de toda Internet hace posible que, ante unos niños a los que nos les resulta dificultad alguna adaptarse a estos canales comunicativos, tales niños en un futuro, ya sobre todo siendo individuos bastante o muy maduros, tengan un fácil acceso y un fiable modo de conservación respecto a justo lo que hicieron esos niños que ellos mismos fueron. De este modo, la blogosfera y en conjunto el ciberespacio son una buena vía de regresión hacia la infancia además de la de, ya de por sí, transformación.
Quizá uno de las mayores retos de la madurez humana radique en precisamente, no tanto no dejar de ser a lo menos en parte un niño, sino no dejar de ser la parte buena del niño que se ha sido. De niño, y tal vez en según qué casos hasta más que de adulto, habrás tenido actitudes y pensamientos incluso crueles, por lo que en efecto la infancia no se caracteriza sólo por representar seres bondadosos, pero en buena medida será consiguiendo preservar tu mejor lado infantil el modo de disfrutar una plena felicidad adulta.
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