El primer mundo se quebranta

Un conflicto impropio de lo que supuestamente el denominado primer mundo debería representar es ahora una tan triste como lamentable realidad que, empezando por Ucrania y a saber hasta dónde y cuándo puede alcanzar, hace tambalear la convivencia pacífica entre las naciones avanzadas. Queda de manifiesto que el primer mundo se quebranta del todo hoy y que no estaba formado, tal y como quizá podía entenderse, por ese conjunto de países afines en cuanto a qué se entiende por una cierta sana convivencia.

Justo en una era en la que la tecnología nos permite comunicarnos a nivel global, permitiendo por lo tanto un mejor conocimiento entre sociedades y culturas y, de ahí, supuestamente un mejor entendimiento con el debido y merecido respeto entre las culturas intercomunicantes, resulta que en el primer mundo, donde mayor buen ejemplo tendría que darse de ello, se ha quebrantado hoy por completo la paz que, bien es cierto sin embargo, estaba considerablemente fracturada. El primer mundo occidental, con sus valores de hacer regir la paz en el conjunto entero del primer mundo, dista mucho, así pues, del primer mundo de tradición civilizacional ortodoxa rusa, que en cambio no duda en otorgarse el derecho de invadir, aun sin que haya motivos de autodefensa, otros territorios dentro de ese conjunto mismo de primer mundo entero.

Desde luego, por muy admirable que resulte el testimonio de ciertos ucranianos confiando en su ejército, lo cierto es que pocas dudas caben de que el conflicto emprendido por Rusia para invadir su país es a todas luces muy desigual en cuestión de fuerza militar. Para que Ucrania tuviese un mínimo atisbo de oportunidad de ganar en ese aspecto, la suma de otras milicias occidentales devendría, con todo el dolor que reconocer esto supone para alguien pacifista como yo, imprescindible.

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