Esta herida en forma de conflicto armado que Rusia está provocando en Ucrania tiene que recibir ya mismo la suficiente dosis de diplomacia como para que cicatrice de inmediato y no continúe desangrando inhumanamente las vidas de tantas personas ucranianas. La continuidad y profundización de esta fractura no puede prácticamente sino llevar a pasar de fractura a pleno y amplio choque civilizacional.
Llegar a un auténtico choque de civilizaciones a partir de la guerra desatada en Ucrania significaría, en efecto, el contrataque directo y decidido de la OTAN a Rusia, con todo lo verdaderamente peligroso que ello implica a nivel ya del conjunto de la humanidad, máxime al manifestar el Kremlin que para recurrir al armamento nuclear no tiene ningún reparo. Por lo tanto, en esta por ahora todavía herida o fractura, de no hacerla cicatrizar de inmediato y, en este sentido, si sigue fallando una diplomacia que, de hecho, está yendo muy pero que muy con retraso en su obtención de cualquier buen resultado, llegar al choque civilizacional implicará choque nuclear aunque sólo sea potencialmente; y de todo ello se deriva un más que posible porvenir inmediato de hecatombe jamás concebida.
Un tan altamente inhumano conflicto como el que Rusia está haciendo escalar, hasta sin amedrentarse para amenazar a Finlandia y Suecia, no presenta un panorama esperanzador para una convivencia global en armonía. Si en vez de hacer cicatrizar la fractura, a lo que aún se está a tiempo, lo que se tiene que hacer cicatrizar es el choque por no haberlo frenado como todavía se puede hacer, volver a ser este planeta un mundo agradable para vivir, o incluso mínimamente habitable, será con total probabilidad algo que puede necesitar muchas generaciones para que ocurra.
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