Tiempos de fractura

A Internet la motivó una guerra más por, según parece, motivos organizacionales en las bases de operaciones y similares que para la ofensiva directa en modalidad propagandística y de arma de desinformación como puede hoy día utilizarse también. Sea como fuere, que su forma embrionaria como Arpanet se forjase, y de ahí el nombre, en el ente estadounidense DARPA no deja lugar a dudas de que las raíces bélicas de Internet son evidentes.

Por si fuese poco con la brecha digital y la brecha digital inversa, viene a sumarse bajo asimismo el concepto de fisura, o rotura, a solucionar entre la población contemporánea el de grave fractura civilizacional, que no ha conducido sino al sinsentido de que Rusia invada salvajemente Ucrania. Bien es cierto que estos tiempos de fractura entre civilizaciones tenían que acabar produciéndose en un momento u otro: esto era previsible para cualquiera que tuviese una mínima noción del mundo civilizacional que tras la Guerra Fría quedó configurado; pero que ocurriese, y de este modo, justo entre civilizaciones del que se supone que es el primer mundo, cabía esperar que sería lo más improbable.

Habiéndose quebrantado ya, no obstante, el primer mundo a partir de su línea de fractura ucraniana, sólo queda esperar que la cordura regrese, aunque a estas alturas sea con suma tardanza por los daños causados en Ucrania, lo antes posible al ámbito de las relaciones internacionales, dándose ejemplo de diplomacia en la resolución de conflictos. Es lo que de ese primer mundo debiera ser propio.

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