Teniendo en cuenta que a cada época histórica la define la combinación de sus infraestructuras técnicas y sus valores culturales, hoy esto se correspondería respectivamente con la IoT y, particularmente si se prefiere por su similitud formal a este mismo término, la denominada IoB o Internet del comportamiento. En vez de que los valores culturales en cuestión cristalicen en una IoB enmarcada en un contexto global de paz, se encuentran en pleno clima de tensión a raíz de los acontecimientos en Ucrania.
En la medida en que, al margen del eventual significado distinto que técnicamente tuviere, la IoB sirva para referirnos a la posmodernidad para así tomar conciencia del cambio al que estamos asistiendo en el devenir de la historia, me parece más que recomendable familiarizarnos con el binomio IoT e IoB. Tarde o temprano, seguro que IoB y posmodernidad encontrarán su sentido y consolidación entre los márgenes de una sólida paz lo más amplia posible en el mundo, pero con suma consternación estamos siendo testigos de cómo en cuestión de valores culturales y, más aún, civilizacionales, se exacerba en Europa del este la semilla de lo que esperemos que no termine en un conflicto armado que nadie sensato puede desear: un contexto, así pues, en que la Internet del comportamiento y el choque civilizacional se conjugan.
Por parte de la propia población ucraniana, no es extraño que adviertas cierta actitud acostumbrada a lo que para el resto del planeta está pareciendo una perturbadora novedad; y es que los ucranianos se consideran en estado de guerra desde hace varios años con Rusia: como mínimo desde la anexión de Crimea. Mayor comprensión de esta realidad aporta conocer lo que sabiamente ilustró Samuel Huntington en su libro El choque de civilizaciones, de modo que bien puedes entender como línea de fractura lo que Ucrania representa.
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