Hacia la reconsideración de qué son documentos

Al hacer referencia a los archivos o ficheros que se generan por medio de programas informáticos, que a su vez son también archivos o ficheros, la informática nos ha acostumbrado, de hecho, a hablar, por lo menos en muchos casos, de documentos. En efecto, éstos vienen a aportar aquello más allá de lo cual los tradicionales documentos analógicos puede considerarse que devenían ineficientes.

Con la constante necesidad de generar información y conocimiento debido a que, lejos de ser algo que está concluido, el saber sigue siendo algo que no ocupa lugar y, en este sentido, hay que seguir explorándolo para no caer en la ignorancia, explorarlo en analógico requiere un consumo de recursos y unos métodos organizativos tales que llegamos a una aparatosidad e insostenibilidad crecientes. De ahí que los documentos digitales hayan resultado ser un paso para el desarrollo social y cultural a escala global.

Que estos documentos sean, en cierto sentido, lo inverso de lo que han sido y son los puros documentos analógicos y que, por ello mismo, justo hagan que tengamos que reconsiderar qué son documentos, no nos ha de sorprender, pues. En la adecuada conjugación de documentos analógicos y digitales, hallaremos más que probablemente la pertinente forma de seguir generando, de un modo sostenible, información y conocimiento.

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