Ni desánimo, ni soberbia, ni autotortura mental, ni repetitividad

Ya que la veteranía de un emprendedor se fundamenta en que haya conseguido la madurez de algún proyecto, tal emprendedor deviene veterano no por una cuestión de edad sino por una cuestión de objetivos cumplidos. Tomando esta base, se pueden identificar emprendedores veteranos más jóvenes y más maduros, y a su vez emprendedores primerizos más jóvenes y más maduros.

Siendo emprendedores jóvenes y que no hayamos conseguido, incluso después de bastante tiempo, la madurez en ninguna iniciativa tenemos aún que hacer todo lo posible por mantener las ganas de consolidar nuestro proyecto: probablemente sea la dificultad en la consecución de las pertinentes sinergias lo que nos implique una mayor dificultad pero, siendo jóvenes, démonos tiempo, sin relajarnos en exceso pero sin proceder de modo precipitado; y si somos jóvenes que en cambio hemos conseguido la madurez de un proyecto, o hasta de varios proyectos, evitemos caer en la tentación de la soberbia. En caso de que estemos en una etapa madura de la vida y no hayamos conseguido la veteranía de proyecto alguno, no debemos torturar nuestra mente, recurramos a la intensa introspección, y al repasar a fondo toda la experiencia que de por sí la edad nos haya proporcionado es más que probable que acabemos ideando por lo menos un proyecto susceptible de causar impacto; pero si teniendo una edad madura hemos conseguido la veteranía efectiva de por lo menos un proyecto, no tenemos por qué renunciar a emprender otros nuevos siempre que nos continuemos sintiendo capaces y no caigamos en lo repetitivo, sino que más bien aprovechemos para emprender una iniciativa que hagamos madurar casi sólo desde la introspección, sin tanta necesidad de recurrir a sinergias que sin embargo en etapas previas nos han ayudado a madurar en tanto que emprendedores.

La condición de emprendedor, en cuanto a si se es primerizo o veterano, no entiende de etapas de la vida del propio emprendedor sino de etapas, ciclos, en la vida de aquello que se emprende. Según la etapa de la vida en la que estés y de los logros que hasta el momento hayas, o no, conseguido debes focalizar tu actitud de manera diferente en la realización de proyectos. Ni desánimo, ni soberbia, ni autotortura mental, ni repetitividad son baches de los que no te tengas que proteger y, en su caso, de los que no te debas levantar.

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