Al digitalizarse las técnicas comunicativas, sea para usarlas en el ámbito artístico o en el técnico, en el personal o en el impersonal, tal vez parezca que la sociedad se deshumanice. Todo lo relacionado con máquinas, e incluso en general con la tecnología, puede dar la sensación de que contribuye a un mundo sentimentalmente más frío; sin embargo, que los dispositivos más actuales reproduzcan tal cual, no sólo la voz como ya hizo el más antiguo de los modelos de teléfono, sino lo hecho a mano, además de contar con capacidades audiovisuales, hace, en cierto modo al menos, que la tecnología actual no sea tan deshumanizante.
También es común el planteamiento de que la tecnología, y más la de los tiempos recientes, acorta distancias: esto, a diferencia de la deshumanización, resulta positivo. Pero considerándolo todo estaríamos entonces ante una especie de dilema: ¿la tecnología, en general pero muy en concreto en el ámbito de la comunicación, nos deshumaniza o nos hace ser más próximos? Con toda probabilidad, al igual que en muchas otras facetas, la respuesta esté en un punto medio y, además, seguramente no estemos, al fin y al cabo, en una situación demasiado diferente a la de épocas pasadas, respecto a las cuales por tanto tenemos opción de compararnos disponiendo de datos pertinentes, ni estemos tampoco en circunstancias muy distintas respecto a tiempos venideros. Con cada sustancial cambio tecnológico comunicativo las relaciones humanas no dejan de verse condicionadas a, por emplear un término muy del presente, un reinicio; y en toda reiniciación que de tal índole se dé, lo previo, en relación a lo que unos estaban satisfechos y otros no, o no tanto, no queda del todo igual, así que los unos y los otros valorarán según el caso la nueva situación de una manera más o menos parecida al modo en que valoraban el panorama anterior.
Que la tecnología actual, y la venidera, te parezca que deshumaniza o que aproxima constituirá en todo caso una opinión respetable pero cabe que tengas en cuenta que cualquiera que vea lo peor en lo tecnológico, y en general en prácticamente cualquier ámbito, no ganará nada desde la pura resignación más o menos abiertamente manifestada: lo ideal es que en base a tal respetable opinión negativa proponga vías de mejora, más allá de limitarse a proponer que ya se estaba bien como se estaba. En el otro extremo, tampoco debieras caer en la adoración desmesurada de lo tecnológico en cualquier ámbito incluido el de la comunicación, y por tanto el de la propia blogosfera, pues todo es mejorable.
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