Creado a plena máquina

Si un híbrido entre plóter, escáner y lápiz inteligente estuviese al alcance de aplicarse debidamente a las artes plásticas tanto en la producción, como en la conservación y restitución, debiera conllevar que además de actuar respecto a piezas originales también sirviese para hacer, conservar y restituir copias. En lo que se refiere a obras previas a las técnicas propias de la directa y de alta calidad creación digital, la diferencia en cuanto a la aplicación respecto a originales y a copias está más clara.

Con el arte gráfico digital se pierde la noción tradicional de pieza original. Un original se supone ante todo único y que si bien puede ser copiable no acostumbra a serlo fácilmente: esto vale para el mundo analógico, pero en la época de los dispositivos digitales, y más cuando estos dispositivos no sólo son para copiar sino directamente para crear, y de hecho para crear con alta calidad, ¿qué es la pieza original? ¿qué diferencia al primer archivo informático que elabore alguien en formato gráfico respecto a la copia que hasta al propio autor le pueda interesar hacer, incluso al instante, de tal archivo mediante un copia y pega? De no ser que alguien nos lo indique, y en efecto nos esté contando la verdad, ¿cómo diferenciamos una obra plástica hecha a mano y una hecha a plena máquina? entendiendo por a plena máquina el sentido de la expresión hecho a máquina cuando se refiere a casi, o completa, ausencia de implicación humana en el proceso de creación. Quizá convenga asumirlo por imposible: toda pieza de arte, por sí misma y con la falta de datos suficientes, ya no nos es viable calificarla a ciencia cierta de hecha por una persona o por una máquina. ¿Contribuye todo esto a una devaluación sin precedentes del arte? De entrada debiéramos evitar caer en el alarmismo fruto de una respuesta afirmativa rotunda a tal pregunta: estamos sencillamente ante una etapa nueva y muy diferente, por lo menos en cuanto a métodos, en el arte. No nos precipitemos a juzgar tal etapa ni de mala ni de buena, y más estando en sus inicios. Pensemos bien al respecto, como bien merece el arte que se actúe en todo lo que le atañe.

Parece que hay una notable aceptación, en particular entre jóvenes artistas, en cuanto a emplear las más avanzadas herramientas digitales en todo el proceso de producción, y de difusión, de obras plásticas. No suponiendo un problema para estos artistas hacer uso tan intenso de las herramientas digitales, incluida la blogosfera, no deben ser en principio tales herramientas perjudiciales para el devenir de la sensibilidad artística humana en general. Cabrá que te hagas algunos planteamientos, y replanteamientos, seas artista seas consumidor de arte, pero evita que la simple confusión que pueda generarse entre lo creado a mano y, ya no lo creado a máquina sino lo creado a plena máquina, te lleve al puro rechazo.

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