La habitual justificación para que bloguear no necesite ser algo preparado parece yacer en una sobrevaloración de lo espontáneo e impulsivo haciendo con éstos una asimilación a la naturalidad y, por ende, supuestamente a la sinceridad, la franqueza y la empatía. De ahí que la simple preparación, y más todavía cuanta anticipación pretenda aplicarse, pueda erróneamente concebirse tan innecesaria como farragosa.
Cualquier weblog en que la autoría quiera asumir una auténtica función comunicadora mínimamente profesional tiene que basarse en la preparación de todo cuanto bloguee, lo que no entra en contradicción con darle al contenido que queramos un estilo informal y desenfadado. Tal estilo debe emanar, sin embargo y precisamente, de la preparación o, si no, tendríamos que reconocernos a nosotros mismos como, más bien y a lo sumo, parte de una determinada clase de público que, por descontado, tiene pleno derecho a expresarse espontánea y hasta impulsivamente, si bien en ningún caso debe llevarse esto a lo soez y a la falta de respeto. En este sentido cabe que tengamos en consideración por otro lado las licencias propias de lo artístico y creativo en general para, justo a raíz de la debida preparación, reproducir la vulgaridad.
En la blogosfera se aúnan los estratos típicamente diferenciados de la sociedad de masas que son los actores y los espectadores, por lo que la distinción con claridad entre unos y otros va siendo cada vez más difusa, pero si algo hay que puede continuar haciendo tal distinción es el grado de preparación de lo publicado. Bien es cierto que la preparación es algo que no puede ni tiene por qué conocerse a fondo por el público, pero si esa preparación está bien hecha suele poder apreciarse en el resultado que lo que ofrezcas representa.
OscarWeblogs
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