Sin perjuicio de que los blogs tal vez lleguen a tener plenas capacidades directas de realización de operaciones financieras varias, la blogosfera parece, de entrada, bien posicionada en tanto que ámbito desde el que creadores culturales profesionales de toda clase, e incluso otros profesionales, pueden vehicular relaciones con clientes; en concreto usando la blogosfera para presentar, de modo abierto, permanente e interactivo, los servicios que se ofrezcan. De ahí se derivan opciones de que esos mismos profesionales del ámbito cultural, e incluso también los de otras áreas, obtengan beneficios económicos a base de suscitar el interés, muy en especial, de ubicaciones telemáticas que les requieran.
La tendencia a que los espacios físicos de difusión cultural den paso a los ámbitos virtuales conlleva que los creadores culturales, artísticos o no, compartan en Internet unos recursos parecidos con los que promocionarse: dependiendo de las habilidades de cada cual y la manera en la que mediante las utilidades telemáticas adaptemos tales habilidades para así proporcionar contenidos genuinos al público, o a los públicos, nuestro éxito en tanto que creadores, productores, proveedores, o como prefiramos denominarnos, tendrá más posibilidades de ser realidad. Y entre las utilidades telemáticas más destacadas están las de la blogosfera. Los blogs, sean personales sean impersonales, asumen, incluso aunque el propio bloguero no se lo plantee, una función de escaparate que, si el caso es el de una iniciativa elaborada más o menos desde la pura afición, quizá no tenga demasiada importancia para quien se encargue de tal proyecto, pero en lo que concierne a quien pretenda impulsar una carrera profesional va a representar una función relevante. De lo que mostremos en el escaparate que nuestra presencia en el ámbito bloguero constituya, y en especial si nos dedicamos al sector cultural en general y al cultural multimedia en particular, se derivarán mayores o menores posibilidades de acceder a proporcionar servicios que repercutan en que obtengamos remuneración económica: un escaparate que, para que sea efectivo al máximo, conviene que, además de ser genuino, lo dotemos bien en cuanto a accesibilidad y a interactividad.
Por mucho que te parezca vigente el atractivo de los espacios físicos en tanto que lugares donde precisamente lo interesante es que permiten una gran proximidad con piezas originales, en el sentido de físicas y únicas, si la tendencia de los propios creadores culturales es la de ir hacia lo plenamente digital, con lo que esa noción tradicional de pieza original se pierde, el sentido de los espacios físicos a modo de canales de difusión tendrá, aunque sea lentamente, tendencia a esfumarse. Tal tendencia aún observarás que es más notoria a medida que la experiencia envolvente que puede aportar también de por sí el espacio físico es reproducible desde casi cualquier lugar mediante realidad virtual, realidad aumentada y opciones parecidas habidas y por haber.
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