La fusión de técnicas y de tipo de instrumental que la tecnología contribuye a acrecentar en cuanto a los perfiles profesionales en comunicación visual parece que conlleve a que al final en este ámbito comunicativo se acaben diferenciando, en esencia por lo menos, tan sólo dos clases de disciplinas: la escritura y la ilustración. Que la pieza creada, y en ambos casos siempre hecha a máquina, adopte o no forma impresa, o sea física tanto en 2D, 3D y 4D, será ya una cuestión de libre elección por parte del autor o directamente de alguien del público.
En cuanto a prácticamente cualquier pieza visual en formato de ilustración no secuencial, dejando por tanto a un lado los cómics ya de por sí de naturaleza impresa, ya no estamos en condición de poder asegurar a simple vista si la obra en cuestión ha sido o no materializada a máquina, de no ser que tengamos un conocimiento directo, o indirecto pero de alguien de mucha confianza, en cuanto a cuál ha sido la elaboración seguida en esa misma obra. Lejos de que, muy en especial en pintura no hecha sobre papel y en escultura, esto pueda parecer un sacrilegio en cuanto a la esencia de lo artístico, a nuestro parecer bien lo podemos considerar no sólo nada alarmante sino incluso el destino natural al que de hecho ya llevan accediendo otras áreas comunicativas visuales desde hace más tiempo. La arquitectura en particular, por su propia esencia de acostumbrar a abordar obras de grandes dimensiones, es con toda probabilidad la primera de las disciplinas visuales en las que a lo largo de la historia la búsqueda de la mecanización ha sido deseada, conseguida y aceptada. Después, la imprenta ha supuesto el inicio de la mecanización aplicada profundamente a lo escrito, así como a lo que también sobre papel sea dibujado o pintado. Que observemos la mecanización en la materialización de pinturas en otros soportes diferentes al papel y de esculturas, desde nuestra perspectiva, no sólo es similar a lo que en arquitectura y en los libros ya lleva tiempo produciéndose, sino que incluso implica, si no del todo sí prácticamente, un ciclo evolutivo tecnológico que se completa en general y, en especial, en lo que a la elaboración de toda pieza cultural visual se refiere.
Además de en lo visual referido a arquitectura y a libros, seguro que te resultará familiar en los ámbitos comunicativos audiovisuales y escenográficos la cada vez mayor utilización de tecnología mecánica: con ella se consiguen sonidos electrónicos en música o efectos especiales en cine y teatro. Dentro de lo visual referido a pintura, en concreto pintura sobre lienzo y otros soportes distintos al papel, y dentro de lo también visual referido a escultura, la opción de lo hecho a máquina no sólo no debiera resultarte raro sino que de no haberse producido tal opción estaríamos incluso ante una anomalía de proporciones históricas.
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