Puesto que en mayor o en menor medida, al cabo del tiempo todo proyecto comunicativo, se trate o no de una iniciativa de tipo blóguer, debe acabar teniendo tendencia a desarrollar autoinspiración, conviene facilitarse a uno mismo la futura tarea de ir recuperando lo que en su momento se realizó y procurar en este sentido haber hecho todo contenido bien elaborado en fondo y forma. En particular en las redes sociales, pero en la blogosfera en general, esto tendría que conducir a desmitificar, en concreto en lo alfanumérico, la indiferencia ante la correcta expresión.
Si en algo tan suprahumano como es un contexto en su dimensión más histórica aceptamos, como de hecho nos parece que no hay más remedio, su condición evolutiva, está claro que algo de mayor carácter concreto, por más permanencia que tenga a lo largo de varios contextos, como puede ser un idioma tiene que ser evolutivo desde sus formas más eruditas a las más comunes. Las genuinas abreviaturas y la transtextualidad de los dibujos emoticónicos que la mecanografía propia de la mensajería corta ha popularizado son innegablemente recursos cómodos, ágiles y divertidos que desde nuestra perspectiva es genial utilizar, pero asimismo debemos reconocer que para la elaboración de contenidos que sean mínimamente complejos y que vayan a tener una continuidad a largo plazo, se trate de contenidos personales o impersonales, tales recursos pierden, a lo menos bastante, su sentido. No es que debamos menospreciar la popularizada mecanografía de mensajería corta por ser, a nivel de amplia difusión, recomendable en todo caso en redes sociales, sino que tenemos que sacarle el máximo jugo dentro del contexto en el que mejor pueda desprender sus atributos, no sólo para la positividad inmediata en el público del que se trate, sino para que cuando tengamos que autoinspirarnos, recurriendo por tanto a buscar ideas dentro de lo que hayamos publicado bastante tiempo atrás, no tengamos que, de aplicar tal clase de mecanografía a lo que debiera ser más elaborado, ir redescifrando a duras penas lo que en su momento hayamos expresado con intencionalidad de discurso de importante calado.
En el público del que se trate, en general por lo menos, también se espera con toda probabilidad que de querer hacer contenidos elaborados no hagas siquiera el intento de mezclar esto con una expresión basada en lo característico de la mensajería corta, pues esto en mensajes largos y que pretendan devenir sagas, obras científicas a largo plazo y variantes habidas y por haber acaba por ser desconcertante e incluso transmite que tienes falta de meticulosidad. Como recurso en una novela o similar para recrear algo expresado mediante mensajería corta, sería tal vez de las contadas ocasiones en las que la mencionada mecanografía podrías, e incluso deberías, incluirla en tu compleja obra.
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