Profundidad del mensaje

Entre sentenciar y proponer es diferencia esencial, si no la más esencial, la remarcable y en todo caso siempre por lo menos igual o superior profundidad de mensaje que debe tener lo sentenciador respecto a lo proponente. Sentenciar, aun siendo todavía, y como es propio en primeros ciclos, de manera poco original y en este sentido en base a lo que ya esté establecido, tiene que sustentarse en un mensaje nada superficial. Puede en cambio permitirse cierta superficialidad lo proponente.

Si bien todo texto, largo o breve, personal o impersonal, alfanumérico o de otras vertientes comunicativas, blóguer o no, tenemos que hacerlo bien sintetizado, debemos procurar que si es sentenciador tenga una remarcable profundidad del mensaje, por lo tanto un mensaje que emane de una elaboración concienzuda que, por su parte, en un texto proponente no tiene por qué procurar ser en general más que mínimamente una elaboración meticulosa. Toda sentencia, desde refranes a una enciclopedia entera, pasando por ensayos, fórmulas matemáticas, etcétera, tiene por objeto ser de efectiva y considerable aceptación por el tiempo que sea y que por lo común no es extraño que se pretenda que sea un tiempo largo; y para esto es indispensable que nutramos lo sentenciado de profundidad del mensaje a base, muy en particular, de argumentos sólidos en el caso de textos impersonales y de emociones bien expresadas en el de los personales. Cuando nos ocupemos de hacer propuestas, la consistente meticulosidad con la que las elaboremos constituirá la debida profundidad del mensaje, profundidad que estando por lo menos, o incluso como mucho, en pequeña dosis no estará reñida, en especial en contenidos más de carácter artístico, con una apreciable y quizá hasta recomendable superficialidad, que no frivolidad.

¿Resulta factible hacer que un mensaje superficial sea interesante y enriquecedor? Sí, siempre que a la superficialidad la hagas provenir de una finalidad proponente con cierta consistencia, o sea, que lo superficial sea fruto de la imposibilidad momentánea y honestamente plasmada en cuanto a aportar sentencia firme respecto al asunto que abordes. Al sentenciar por sentenciar estarás contribuyendo a que tu credibilidad acabe seriamente perjudicada.

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