Llegó el día en que para el conjunto del pueblo español concluye un ciclo político y, en consecuencia, se abre una nueva legislatura en España. Sea cual sea el resultado en estos comicios, la altura de miras y el sentido de Estado debieran prevalecer a partir de mañana en la política institucional.
Como reflejo de la ciudadanía que la política tendría que ser, el principio tan a menudo enarbolado del gobernar para todos debiera afianzarse como nunca antes en unos momentos históricamente tan transformadores como los que son identificables en nuestros días e intuibles en los próximos tiempos. En las relaciones internacionales, por otro lado, máxime al ejercer la presidencia de la UE, debe primar la contribución al fortalecimiento de la cohesión europea y, por extensión, del marco completo occidental y de sus democracias en el presente mundo de civilizaciones.
Una jornada electoral es una fiesta de la democracia. Quien pierda tiene que saber perder y quien gane tiene que ser consciente de la responsabilidad que asume y de la confianza que la ciudadanía le otorga en pro de la buena convivencia y de una mejor sociedad.
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