En grupos recién creados, ante el hecho de que los procedimientos que tengan que hacer funcionar el proyecto, sea un blog sea de otra clase, no acaben de funcionar desde un principio al cien por cien, hay que darse tiempo: no conviene que nos desesperemos si nuestro grupo, tengamos el nivel de responsabilidad que tengamos, no empieza desenvolviéndose a nivel óptimo; las piezas de algo que comienza suelen tardar por lo menos un poco en encajar bien. Pero caer en la relajación de que el caos se acabará volviendo orden por sí solo es un error tan profundo como el de desesperarse a la primera: si el grupo no funciona y tal situación se perpetúa tenemos que ser honestos unos con otros y, tras hacer un sincero balance en común, ser capaces de detectar en qué estamos fallando en tanto que equipo. Y llegados ahí, en el caso de que la honestidad de grupo nos confirme una inoperancia irreparable debida a una cuestión de mala actitud, o bien de talento poco desarrollado para lo que se precisa, pese a toda la lástima que podamos sentir habrá que valorar de modo muy serio que el grupo cambie, bien prescindiendo sólo de alguno, o algunos, de sus miembros, bien disolviéndose por completo. Aunque bajo ciertas circunstancias, por alguna razón no nos quede otro remedio, empeñarnos en mantener unido un grupo que no rinda, o que lo haga pero no al nivel que debiera, no acabará conllevando nada positivo ni a nivel de conjunto ni a nivel individual de cada integrante.
Adaptar la lluvia de ideas a la práctica de la honestidad de grupo es una opción que tiene capacidad de dar buenos resultados en la mejora del mismo equipo, de tal modo que, tras esto, tal conjunto sea capaz de aplicar mejor la lluvia de ideas también con otros propósitos que no sean el propio grupo. Participar en una sesión grupal en la que el objetivo sea analizar desde la honestidad el conjunto en sí quizá te resulte delicado cuando se trate de poner de manifiesto que la inoperancia grupal proviene de la actitud, o de la falta de talento, de alguien integrante; tal vez hasta te incomode incluso si no eres tú esa persona provocadora de inoperancia ni quien ponga de manifiesto la situación, pero de no haber esta honestidad y afrontar el cambio que haga falta realizar al respecto, el resultado de lo que se haga en grupo tendrá siempre tendencia a no ser el mejor y, por su parte, quien esté causando la inoperancia también estará con toda probabilidad desaprovechando la oportunidad de desarrollar en otro entorno una función mejor.
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