Con una esencia tan eminentemente tecnológica y robótica que, como probablemente no podía haber sido de otro modo, tiene el ciberespacio es hasta cierto punto comprensible que, en especial yendo por la vía del pensamiento fácil, se quede mucha gente con la idea de que todo debe sucumbir a lo más puramente algorítmico y cuantitativo, y de ahí a convencerse de un sustitutivismo extremo por el que los robots lo hacen todo no hay quizá demasiado trecho. La condición humana misma conlleva, no obstante, por lo menos algunas notorias matizaciones.
El pensamiento humano, no necesariamente de gente erudita sino de todos los humanos, precisa de su vertiente algorítmica, operativa, pragmática y que tanto ha contribuido en efecto a que el ser humano sea además un ser humano civilizado tal y como, pese a todas las atrocidades que la humanidad sigue perpetrando y perpetrándose, somos hoy y desde hace ya bastante tiempo. De que en la cúspide de ese desarrollo la base de tal cúspide esté marcada por un funcionamiento de carácter algorítmico no es por tanto, ni desde una perspectiva sincrónica ni diacrónica, algo de lo que extrañarnos; pero la base no condiciona toda la cúspide, al igual que, y siguiendo precisamente una lógica muy matemática, una parte no es igual al todo. Si bien la base de la comunicación y de la creatividad está hoy constituida, como debe estarlo, por una esencia tecnológica algorítmica altamente sofisticada, en la cúspide no tiene por qué ser el resultado inevitable el de un dominio puramente tecnológico ejercido por la propia tecnología y, por tanto, automatizado del todo por vía robótica. Tratándose en este símil Internet no tanto, pero también por supuesto, de una red sino más bien de una montaña, e incluyendo así pues el nuevo símil de la red en el marco de lo que a tantos aspectos se le puede aplicar el viejo símil de la montaña, necesitamos tener la plena convicción de que lo mejor de la robótica, hasta donde ha llegado y hasta donde llegará, es del todo compatible en la cúspide con lo mejor que el ser humano puede aportar y seguirá aportando aunque sólo sea por pura necesidad creativa no necesariamente remunerada.
Para ahondar en la propia incongruencia que el sustitutivismo robótico en su conjunto tiene, bien sirve que te preguntes si llevándose incluso a la práctica tal sustitutivismo dejarías, en tanto que creativo y si lo eres en verdad por vocación, tu labor creativa, considerando la creatividad en un sentido amplio y por tanto más allá en su caso de lo artístico, sea en un blog o en otras vías comunicativas. La respuesta sin duda negativa que debiera ser la que formulases demuestra que, por mucha equiparación e incluso en ciertos casos superación robótica en comunicación y creatividad, lo creativo y su comunicación por y entre humanos es, más allá del puro pragmatismo, una necesidad vital que ha contribuido y contribuye a hacernos humanos civilizados como lo ha hecho también en efecto lo más pragmático.
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