¿Resulta viable dotar de naturaleza evolutiva algo que es, o a lo que se considera, perfecto o, en el otro extremo, caótico? Puede, e incluso en según qué casos quizá hasta debe, haber ciertas confrontaciones de pareceres en cuanto a esto pero, de cualquier modo, centrarse en obtener una única respuesta o, en cambio, dejarlo al completo libre criterio de cada cual, no nos lleva sino a recaer respectivamente en el perfeccionismo o en el caos. Procúrese entonces plantear algo que sea a lo menos una cierta orientación.
Para que lo perfecto pase a aplicársele lo propio de la naturaleza evolutiva es bastante evidente que deberá de algún modo dejar su condición perfecta para asumir que puede, y hasta debe, progresar. De su parte, lo caótico bien parezca quizá que por su inestabilidad es susceptible de que lo encuadremos en lo dinámico, lo evolutivo, pero precisamente lo caótico, por el mismo caos, no permite una mínima estabilidad, ni por tanto aposentar y cobrar identidad a algún que otro sujeto, ni a algún que otro lapso de tiempo y porción de espacio en los que tal sujeto esté: así que no acaba de haber un comienzo, ni por ende una trayectoria y para que, entonces, lo caótico devenga evolutivo debe asimismo abandonar de alguna manera su condición caótica. Perfección y caos al fin y al cabo son, considérese para un blog o prácticamente para cualquier otra cuestión, dos estados de bloqueo, sin trayectoria, ni comienzo ni final: por eso nos parece que el concepto de laberinto resulta una buena orientación en definitiva; y nunca mejor expresado, pues en un laberinto al uso, si algo nos va a ser en efecto indispensable es intentar por todos los medios orientarnos aun con las exiguas posibilidades que dentro de tal laberinto tengamos. Cuanto más orientados estemos, seremos más capaces de hacer que el laberinto se asemeje menos al caos y, si bien no dejará de ser un diseño imperfecto, podremos transitar por él de manera cómoda.
Ante la afectación que te pueda ocasionar en particular el síndrome del blog o del post en blanco en cualquiera de sus formas, evalúa si en concreto se debe a, como con toda probabilidad acostumbre a ser más común, una situación marcada por la inestabilidad propia de lo caótico. Dándose la circunstancia de que se trate, por así expresarlo, de un síndrome asumido y aceptado con relativa naturalidad y desinterés, debieras plantearte si en tu actitud has caído en una sensación de más o menos perfección que no hace sino en verdad llevarte al inmovilismo.
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