La de por sí ausencia de desgaste material y la conveniente ausencia de desgaste de ideas debieran gestionarse en general de modo que no haber ni estatismo ni compulsionismo sea la tónica habitual en la blogosfera. Puede que ante la base de que todo tiene que fundamentarse en el dinamismo parezca que en cualquier caso el compulsionismo sería más tolerable que el estatismo pero no debiera ser así.
Al bloguear compulsivamente, si es fruto de una vehemencia justificable, más bien puntual y mínimamente dosificada, puede que estemos actuando de una manera correcta, pero si desarrollamos una compulsión constante o programamos para que se hagan publicaciones automatizadas constantes a modo compulsivo o, en tal caso de automatización, más bien seudocompulsivo, es cuando estamos ante lo que sería denominable compulsionismo. En el otro extremo, el estatismo que no responda sino al puro abandono, en particular sin más razón que la simple pérdida repentina de interés, resulta asimismo descartable por completo en la presencia blóguer de cualquiera, sin perjuicio de que puedan haber buenos blogs, en especial macroblogs, estáticos. Se dan por tanto posibilidades de que un blog estático sea de buena calidad sin ser de carácter estatista y de que un blog dinámico y hasta por lo menos en ciertas ocasiones compulsivo sea también de buena calidad sin ser de carácter compulsionista. Y si los extremos estatismo y compulsionismo no son en absoluto recomendables por separado, lo son aún menos combinándolos, pues un blog que permanezca ahora estático ahora compulsivo y así sucesivamente, va a causar, además de una extrema desorientación para cualquier público, una labor para nada cómoda a quien ejerza la autoría del mismo, incluso si se tratase de un robot. Por mucho que seamos o que queramos ser buenos improvisando, la falta de un pertinente ritmo va a suponernos más inconvenientes que ventajas.
Que definas tu ritmo o periodicidad de bloguear, o en general de publicar por la vía que sea y en el formato que sea, no impide que puedas, o incluso debas, improvisar aunque sea de vez en cuando, sino al contrario, te permite que cuando quieras o tengas que improvisar lo hagas acomodado en unos fundamentos con los que te habrás familiarizado y se habrá familiarizado cualquiera que sea tu público. Improvisar por improvisar es tan poco recomendable como repetir por repetir.
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