La especificidad de cada formato mediático

Tanto si un proyecto comunicativo dirigido a públicos se enfoca más a los contenidos propios, más a los contenidos ajenos o a un equilibrio entre ambos, la blogosfera y en general todo lo informático telemático ha favorecido que tecnológicamente cualquier formato sea antepublicado, publicado y pospublicado por procedimientos y herramientas muy similares para todos los formatos. En informática, los programas y los dispositivos están en un momento calificable de condensación.

Si bien programas, tanto los instalados en local como las aplicaciones exclusivamente en la nube, y ordenadores tienen que, por más multitarea que sean, mantener precisamente por lo menos lo mínimo diferenciado que permita desarrollar la especificidad de cada formato mediático, parece ser cierto que la tendencia es a que la informática facilite unas tareas cada vez más homogéneas en cada vez más aspectos en comparación al mundo analógico e incluso en comparación a un primer mundo digital muy parecido todavía al referido analógico. Cada formato mediático tiene su especificidad, por lo que aunque podamos establecer una generalización para la teoría del proceso comunicativo no es a la práctica del todo igual hacer un texto propiamente alfanumérico, que una foto, que un vídeo, etcétera; pero la tecnología está consiguiendo que el procedimiento comunicativo sea también bastante generalizable en la práctica, a base de tareas, y de los dispositivos que las hacen posibles, que les caracteriza una esencia cada vez más intuitiva, accesible, económica, de mayor calidad formal y de mayor capacidad de difusión. Hiciésemos un proyecto individual o grupal, tradicionalmente los dispositivos y las tareas que los mismos permiten han estado muy diferenciados según el formato mediático a abordar, por mucho que, remarcamos, el procedimiento comunicativo en la teoría, desde la abstracción a la pospublicación, pudiera ser ya concebible de manera similar para cada formato. Estamos, en cierto modo por lo menos, ante un ajuste entre la teoría y la práctica de lo comunicativo: un ajuste que parece estar cuajando a todos los niveles y que se fundamenta en una condensación que, si bien en la teoría ya podía ser reconocible, ahora va asentándose en la parte práctica.

A cualquier persona de la primera generación plenamente blóguer ya no le resultará novedad alguna aun por el muy carácter reciente que tiene la condensación planteada, pero el hecho de que no sólo la teoría de lo que implica comunicar sino la práctica esté experimentando un grado tal de simplificación, homogeneización y, en definitiva condensación, y sin perder, sino al contrario, ganando calidad y capacidad de difusión es un salto remarcable a nivel histórico. Cada formato seguirá teniendo su especificidad pero más allá de la propia esencia que lo diferencia compartirá mucho, y como nunca antes, con los otros formatos.

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