Más allá del promedio

La originalidad creativa, entendiéndose creativa en general y por tanto más allá de lo estrictamente artístico, bien puede entenderse, si así se prefiere, sólo en tanto que lo nuevo por simple diferencia. Esto lleva a que considerando todo lo realizado con anterioridad restringiéndose más o menos a un ámbito creativo determinado, se produzca una nueva obra resultante de una pura media aritmética de ese todo: así es como, en esencia por lo menos, se precede en base a una lógica algorítmica.

Sin que tengamos la más mínima intención de incidir en una supuesta necesidad de determinar si es mejor lo humano o si es mejor lo robótico, nos parece que lo más sensato es que reconozcamos que en el ámbito de la originalidad creativa en general, considerando de hecho que lo surgido de un robot puede ser también definido como original y creativo, humanos y máquinas emplean procedimientos diferentes. Asumiendo, así pues, que lo resultante de un procesado puramente mecánico se considere arte, razonamiento, erudición y demás, desde la perspectiva de la antepublicación la senda por la que llega a construirse una obra original difiere, y por definición diferirá siempre, entre un humano y un robot por el importante, si no fundamental, hecho de que el humano no se basa, por lo menos siempre y por defecto, en una simple media aritmética formal resultante de cotejar una base de datos: el humano va, o puede ir, más allá del promedio al hallar para su obra original final patrones no tanto formales sino sentimentales, no tanto cuantitativos sino cualitativos. Un ordenador al que programemos con un eficaz algoritmo y que conectemos a Internet, bien puede procesando adecuadamente todo el big data al que tenga acceso dar de resultado una obra original válida por completo: contra tal factor cuantitativo es evidente que un humano, por más capacidad retentiva que tenga su mente, no puede competir; pero será en efecto, tal resultado del ordenador, una obra original que en todo caso, ya se trate de un ordenador doméstico ya de un superordenador, habrá nacido por puro promedio cuantitativo. En lo que al humano no le queda más remedio que incidir es, por tanto, en su capacidad de crear, incluso en obras no artísticas, por diferenciación más de carácter cualitativo, o sea, contextual, afectivo, empático y sentimental.

En la blogosfera y en demás ámbitos comunicativos, en efecto la competencia, entendiendo en todo momento sana competencia, ya no va a ser una cuestión, de por sí muy relevante sin embargo, de competencia entre prácticamente todo el conjunto de la humanidad, que gracias al ciberespacio tiene como nunca antes un fácil y permanente acceso a comunicarse en abierto y al instante a nivel planetario. Tienes que tener muy presente que a esa competencia se le suma la que suponen máquinas muy eficaces hasta el punto de que realizan obras indistinguibles respecto a las que como mínimo muchos humanos harían.

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