¿La indistinguibilidad creativa causa indiferencia?

Según continúe perfeccionándose la robótica en los ámbitos creativos, la indistinguibilidad respecto a si ha habido o no una mínima intervención humana en la realización de una determinada obra va a ser un elemento puesto más a prueba en relación a su relevancia para el público. Así pues, ¿ante por lo menos cierta clase de obras que puedan ser indistinguibles, necesita el público en efecto tener la certeza de si tales obras han sido o no hechas con un aporte humano por poco que sea este aporte? ¿La indistinguibilidad creativa causa indiferencia? En un factor de tipo empático puede que haya buena parte de, si no toda, la respuesta.

Entendiendo lo creativo en un sentido amplio y por tanto más allá de lo artístico, habría cierta contradicción si ante tantos cambios que, desde la parte de los propios creadores, se producen en el ámbito de la creatividad, no hubiese también una profunda transformación de lo que hasta el momento han sido los públicos, o lo que ha sido sencillamente el público. El mundo de las últimas, y culminantes, etapas analógicas y primeras digitales, donde los sujetos y los medios emisores, por un lado, y los públicos o el público, por otro lado, estaban tan definidos y la mínima intervención humana en relación a la parte emisora estaba siempre tan fuera de duda, poca relación tiene ya casi con las nuevas realidades que en el ámbito de la comunicación están caracterizadas por las aún denominadas por muchos nuevas tecnologías, dentro de lo cual se engloba el ciberespacio y, por tanto, la blogosfera. El hecho clave de la capacidad, en prácticamente igualdad de condiciones, de interactuar y de elaborar y difundir contenidos tanto por parte de los que antes eran claramente emisores como por parte de los que eran público, conlleva que no sólo desde la parte creativa haya cambiado en buena medida todo, sino que también cualquier público no es ya igual que un público al uso, o sea, un público puramente, o casi, pasivo o con muy poco margen de devenir propiamente un emisor. A esto se le suma que la creatividad puede ser además fácil e incluso superiormente y con la misma igualdad de condiciones, elaborada y difundida por máquinas. Si ante la duda, tener la convicción de que algo esté en verdad hecho por un humano es digno de considerarse valioso por la empatía que ello genera entre emisor y receptor, vamos a tener oportunidad en los tiempos actuales y próximos de evaluar si eso tiene o no continuidad y en qué grado.

La línea difusa que hay entre agentes emisores y público hace que estés en un mundo en el que la interactividad es generada a iniciativa tanto de un lado como del otro por igual, pero con el añadido de que también por un lado y por otro puede que detrás haya un humano o un robot. Ante la desorientación e incertidumbre que esto pueda causarte de entrada, no merece la pena renunciar a las potentes capacidades interactivas que como nunca antes la humanidad ha tenido. Se trata de que creadores y público, tanto humanos como robots, aporten a su modo lo mejor, unas veces siendo más creadores y otras más público. La plena igualdad de condiciones y asimismo un más que probable mayor grado de exigencia por parte del público conllevarán con bastante seguridad, en especial en obras creativas de pago, que quede claro si ha habido o no intervención humana ante una eventual indistinguibilidad.

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