Por más que la mejor fuente biográfica sea por defecto el mismo biografiado, no está de más que sobre todo en una biografía intensiva, sea o no además bastante extensiva, se contraste tal de entrada mejor fuente con otras fuentes que mayor utilidad aportarán cuanto más directas resulten. No es que por fuerza haya que desconfiar de quien directa o indirectamente ofrezca datos útiles para la biografía de alguien, pero en según qué casos puede haber, aun sin mala intención, información desvirtuada.
Si nos autobiografiamos, aunque parezca innecesario tener que hacer hincapié en esto, tenemos que tener tan presente el riesgo de desvirtuación de la vida relatada como si biografiamos a otro, pues a veces y sin necesidad de hacerlo a propósito los recuerdos, sean próximos o lejanos, de uno mismo no los relata precisamente del mejor modo uno mismo, y esto atañe no en exclusiva pero sí en particular a etapas muy primerizas o muy avanzadas de la propia vida. No debemos por todo ello, sin embargo, considerar invalidado el principio de que por defecto la mejor fuente biográfica es quien sea o quienes sean el sujeto o los sujetos de la biografía en cuestión, pero cabe que siempre que pretendamos que la biografía resultante, aun siendo extensiva en esencia, no sea superficial agudicemos nuestro sentido crítico y hasta dubitativo en todo aquello que la fuente que fuere nos aporte. Es imprescindible que, sobre todo cuando estamos justo ante alguien que nos está aportando información biográfica, combinemos adecuadamente ese sentido crítico y dubitativo con la capacidad de transmitir confianza bajo la convicción de que, en principio, la fuente a la que estemos accediendo no tiene por qué estar desvirtuando, y menos de manera deliberada, lo que nos cuente.
La confianza con cualquiera que sea una fuente propiamente biográfica, o sea no tanto autobiográfica en este caso, a la cual recurras te permitirá que el flujo de información que esta fuente te transmita sea mayor y más sincera, o sea, mejor tanto desde la perspectiva cuantitativa y cualitativa. Tras recibir tal flujo, será tu responsabilidad someterlo al suficiente contraste para evitar a toda costa que, haya sido menos o más adrede, tal fuente, incluso siendo lo que por defecto es la mejor fuente biográfica, te haya aportado datos desvirtuados y que de ahí, en consecuencia, te salga una asimismo desvirtuada narración.
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