El encanto generacional

De toda primera generación de algo, sobre todo si ese algo ha sido o se intuye que va a ser relevante, emana un encanto especial, el encanto que por lo común, por la tendencia natural de cualquiera a aplicar la escala individual humana a todo en pro de la simplificación y que no tiene por qué ser un defecto, precisamente cualquiera identifica con un recién nacido, lo ilusionante y lo esperanzador. Que una primera generación lo sea de categoría es ya un asunto diferente.

¿Cómo va a ser o no la primera generación plenamente blóguer una generación de categoría? La respuesta corta y sencilla es que será o no de categoría en la medida en que respectivamente sea o no una generación que adopte el ámbito de los blogs en tanto que un ámbito central en el recorrido del camino hacia y a lo largo de la madurez; una respuesta más compleja es la de que será o no una generación de categoría en la medida en que respectivamente consolide o no su desarrollo vital en base a un modelo social y económico en red, muy en especial mediante el desarrollo de todo el potencial de los blogs. No se trata ni mucho menos de que esto tenga que ser así por expresarlo según quién, sino que es por el propio instante histórico identificable que coincide con esta generación ya nacida y crecida en él, o sea en el instante correspondiente a la era de lo telemático. Si tal primera generación no saca el mejor partido a tal episodio de la historia, no será más que una primera generación plenamente blóguer que, si bien conservará ese encanto de primera generación, no lo será más que por simple cronología histórica, pero le tocará a la generación siguiente y, si no tampoco, a la otra y así sucesivamente acabar por lograr devenir una generación de categoría en cuanto al empleo de los blogs y de todo lo cibernáutico.

Por cada generación que, además de en su caso tener el encanto de la primera generación de algo, saca o no el mejor partido a su momento histórico hay otra anterior que, además de que tenga el encanto generacional particular que tenga, habrá de manera respectiva sido capaz o no de orientar lo mejor posible hasta que la nueva generación consiga desenvolverse por sí misma en tal instante de la historia. Sin embargo, al igual que, si no en todos, en tantos otros aspectos la perfección en la orientación intergeneracional ten por seguro que no se consigue, y ni siquiera es deseable por la implicación que conlleva de ausencia de recorrido a seguir.

OscarWeblogs

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