Tratándose de dar formas originales a los contornos que los textos, en este caso textos alfanuméricos, producen al escribirlos, es en la actualidad la denominada nube de palabras lo más parecido dentro de lo que puede considerarse una tendencia. Consiste en que diferentes palabras aisladas, o sea sin formar necesariamente oración alguna, quedan dispuestas de tal modo que en el contorno del conjunto que forman se adivina, por lo común, lo que sería una nube más o menos.
Los textos vanguardistas tenían el mayor mérito de justo formar contornos de lo más variados y que, aun con el a veces poco pero así deseado sentido de lo vanguardista, tuviesen relación con lo que el propio texto, por cierto no limitado por defecto a palabras aisladas, expresase. En cualquier caso, las actuales y populares nubes de palabras representan una opción por la que lo textual puede ser imagen. Por extensión, la nube de palabras no tiene por qué restringirse de hecho a sólo la forma de lo que podamos interpretar que sería una nube, también puede, según nos permita el programa informático en cuestión, adoptar otras formas, pero no deja de, a lo menos en principio, destinarse a juntar palabras y sin siquiera, aunque no por ello siendo despreciable, la más mínima pretensión artística en profundidad.
Son las nubes de palabras una técnica de la que encontrarás su mayor uso en reuniones del más diverso tipo y en las que se procura emplear tal técnica a modo de resumen de los conceptos que han surgido a lo largo del evento. Es un interesantísimo recurso y que, en tal sentido de evento, se distingue también de lo vanguardista porque a diferencia de ser fruto de un proceso artístico y, así pues, más bien de tipo individual, suele surgir en cambio de un procedimiento grupal.
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